Cómo lograr composiciones con macetas que se leen como un jardín
Un balcón mínimo, una entrada anodina o un patio sin tierra firme: cualquier rincón puede convertirse en un jardín con algo de ingenio y macetas bien pensadas. Las macetas funcionan como...
Un balcón mínimo, una entrada anodina o un patio sin tierra firme: cualquier rincón puede convertirse en un jardín con algo de ingenio y macetas bien pensadas.
Las macetas funcionan como mini canteros móviles: si sabés combinarlas bien, podés lograr composiciones que se leen como un jardín en sí mismo.
La paisajista Carolina Pell propone pensar la maceta como un ecosistema en miniatura, donde conviven distintos estratos, contrastes de follaje y, por qué no, flores que sorprenden en cada temporada.
Así, hasta un rincón sin verde de base puede transformarse en un escenario vivo, con estructura, color y movimiento.
El arte de elegir macetasLa clave es no es comprar las macetas por impulso. Carolina Pell recomienda jugar con formas y alturas distintas, pero mantener cierta coherencia de color o material: barro, cemento, fibra de vidrio… lo importante es que dialoguen entre sí. Y ojo con el tamaño: cuanto más grande la maceta, más felices las raíces.
Pero, cuidado, una maceta exitosa no empieza en la superficie, sino en el fondo. Drenaje con agujero, una capa de pometina y un buen sustrato —compost, tierra abonada, lombricompuesto y perlita—. Recién ahí las plantas van a poder lucirse.
Nada de macetas chatas con un par de plantas solitarias. El secreto está en mezclar estratos: trepadoras pequeñas con tutor, herbáceas de mediana altura y especies colgantes que derramen verde hacia abajo.
De yapa, podés sumar un arbustito protagonista (un buxus redondeado, un rosal enano o un frutal chico).
Combinar sin miedoLas plantas saben convivir siempre que tengan nutrientes y agua. Por eso, lo mejor es plantar varias especies juntas desde el inicio, en lugar de sumar de a una. Y animarse a más de dos variedades por maceta: la diversidad suma dinamismo.
La norma que no falla es elegir plantas de distintos hábitos de crecimiento para que ocupen estratos diferentes. Pensá la maceta como un escenario en capas: siempre hay un actor principal y un elenco de reparto.
Cuidados básicosRegar solo cuando los primeros centímetros del sustrato estén secos.Fertilizar con algún orgánico líquido cada semana.Exponer al sol de la mañana hasta el mediodía: la luz suficiente sin “cocinar” las raíces.Una receta lista para usarSi no sabés por dónde arrancar, Pell sugiere esta fórmula infalible para una maceta de 45 x 50 cm:
Centro: una dalia mediana.Vertical: una arvejilla en tutor.Bordes: Erigeron karvinskianus, tacos de reina y aquilegias.Toque final: una nicotiana ‘Tinkerbell’.El resultado: una explosión controlada, con flores todo el año y un aire de jardín naturalista… pero portátil.