¿Cuál es el límite de velocidad máxima para circular en la avenida Corrientes?
Uno de los aspectos cruciales para la seguridad vial es la circulación de los vehículos a una velocidad que permita contar con un tiempo razonable de reacción, maniobrar con facilidad y evitar a...
Uno de los aspectos cruciales para la seguridad vial es la circulación de los vehículos a una velocidad que permita contar con un tiempo razonable de reacción, maniobrar con facilidad y evitar accidentes de gravedad. Además, en las ciudades esto se vuelve fundamental para que no ocurran colisiones que dificulten la circulación y afecten el tránsito, provocando que en cada trayecto se demore más tiempo.
El Código de Tránsito y Transporte porteño establece diferentes topes de velocidad según el tipo de vía. En calles internas, pasajes y pasos a nivel la máxima es de 20 km/h, mientras que en calles comunes y colectoras de avenidas rápidas el límite asciende a 40 km/h. En las avenidas está permitido circular hasta 60 km/h, y en las autopistas de la Ciudad se puede llegar a 100 km/h.
Sin embargo, existen tramos puntuales donde las velocidades cambian y es indispensable prestar atención a la señalización. En la avenida Corrientes, por ejemplo, entre Junín y Libertad, el máximo permitido es de 40 km/h, una reducción respecto de los 60 km/h habituales para las avenidas.
Otros corredores presentan excepciones: en las avenidas Figueroa Alcorta, Libertador, 27 de Febrero, Juan Facundo Quiroga y Costanera Rafael Obligado se permite circular hasta 70 km/h, mientras que en la General Paz, entre Acceso Norte y la avenida 27 de Febrero, el tope sube a 80 km/h. Los registros más altos se dan en la Cantilo, Lugones, Dellepiane (en la calzada central) y en la General Paz en el tramo entre Lugones y Acceso Norte, donde la velocidad máxima autorizada es de 100 km/h.
En la avenida Corrientes, como en muchas otras arterias céntricas, la velocidad no es solo una cuestión de tránsito ordenado sino de seguridad para miles de personas. La densidad de peatones que cruzan en cada esquina, la gran cantidad de escuelas concentradas en pocas cuadras y la presencia constante de colectivos, taxis y autos particulares hacen que cualquier exceso de velocidad multiplique los riesgos.
Conducir más despacio permite frenar a tiempo ante un imprevisto: un peatón que se adelanta, un colectivo que se abre hacia la parada o un vehículo que se detiene de golpe en medio de la congestión. En la Ciudad de Buenos Aires, donde el movimiento es intenso a toda hora y la convivencia entre distintos modos de transporte es cotidiana, la diferencia entre circular a 40 o a 60 km/h puede significar salvar una vida.