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Edith Pecorelli, la mujer que salvó a Temperley y que le dio un cachetazo al mundo del fútbol

-Presi, levante un poquito más la pollera para la foto.-Presi, pose como la Graciela Alfano.-Están todos despedidos.El último día de 1995 el diálogo sale publicado en un d...

-Presi, levante un poquito más la pollera para la foto.

-Presi, pose como la Graciela Alfano.

-Están todos despedidos.

El último día de 1995 el diálogo sale publicado en un diario, en el marco de una entrevista a Edith Pecorelli. Un socio y una trabajadora de Temperley le piden a la presidenta que haga eso para las imágenes que le van a tomar en una de las tribunas de la cancha. El motivo de la charla es la particularidad: es la primera mujer que preside un club de fútbol elegida por el voto de los socios -estuvo entre 1995 y 1997- y además es una de las responsables de sanear las finanzas del club. Por entonces, Temperley afrontaba una quiebra que lograría levantar en mayo de 2001.

Pasaron 30 años de aquella nota titulada Lady Gol (“no tiene novio, pero no piensa vestir santos”, es una de las descripciones machistas) y Edith Pecorelli sigue haciendo historia. El 16 de junio de 2025, en una asamblea con 250 socios, fue elegida para que la nueva platea, extribuna visitante, lleve su nombre. Pecorelli les ganó a cuatro varones, entre ellos a Ricardo Rezza, el último técnico que logró el ascenso a Primera en 2014. Sentada en un sillón en su casa, Edith, de 72 años, no repara en que hay pocos nombres de mujeres en los miles y miles de estadios de fútbol del país. Dice que representar a su querido Temperley es un orgullo y que esta historia de amor arrancó en su infancia.

“El club está en la calle 9 de Julio al 300. Yo nací en 9 de julio 15 y a mis 14 años me mudé al 500 -cuenta-. Era mi paso obligado. Empecé en natación, después seguí con el básquet. Trabajé en el club, llegué a ser gerenta; dejé para terminar mi carrera universitaria y volví recibida porque un presidente me pidió una mano en los tiempos de la quiebra. Mi familia cuando hablo de Temperley me reta: ‘¡Otra vez con el club! ¡Basta!’. La verdad es que integra el lote del amor. Dejando a algún caballero de lado, que no se ofenda nadie, fue y es mi gran amor”.

En aquella entrevista de 1995, Pecorelli marcaba que en su familia se nacía “con gorro, bandera y vincha” de Temperley y que “cambiar de camiseta es una traición”. Los Pecorelli -sus bisabuelos- llegaron a Argentina desde Salerno, Italia. Carlitos, como le decían a su papá, fue el primero que se hizo socio. Edith es la menor de tres hermanos y se llama así porque el nombre lo eligió su tía en tiempos de tristezas familiares. “Un hermanito mío más grande, de 5, había fallecido cuando mi mamá estaba embarazada de mí. Cuando nací yo no tenía nombre y a mi tía se le ocurrió ese. Edith Lucrecia. Lucrecia por mi mamá, que después también fue de Temperley, obvio”, cuenta. Lucrecia murió a los 94 y vio a su hija presidenta: “Estaba muy orgullosa, muy contenta”.

Edith empezó a nadar en el club a los 8. Dice que siempre tuvo habilidad para cualquier deporte. En el básquet le fue muy bien. Era una base talentosa. Con 18 años jugó un Sudamericano con la selección argentina en Bolivia y viajó a otros torneos. Desde los 15 jugó torneos nacionales con el equipo de mayores de la Provincia de Buenos Aires. Recuerda con detalles los años, los partidos, a sus compañeras. Y se entusiasma cuando le viene a la mente la imagen del Campeonato argentino de 1974: “Concentramos en un hotel, fuimos a visitar a Isabelita y jugamos la semi contra Capital. La rompimos. Cuando íbamos perdiendo por 10 puntos y faltaba poco para el final, el técnico me sacó para que me aplaudieran. No sabés, todo el estadio me aplaudía. Fue en la cancha de Ferro. Tengo algunos recortes de ese día que hablan de la ovación”.

-¿Y nunca se te dio por jugar al fútbol?

-Sí. Con mis hermanos íbamos a jugar a la casa de una tía que tenía un campito grande. Yo era la goleadora. Jugábamos con mis primos. Hasta que Ricardo, el del medio a quien yo le digo ‘El pensante’, un día me dice: ‘Vos no venís’. Porque las mujeres no juegan al fútbol’. Mi hermano más grande, el Cholo, le responde: ‘¿Vos estás loco? ¿Quién va a hacer los goles si no viene Edith?.

-¿Qué había pasado?

-Con el tiempo Ricardo me dijo que lo cargaban, que lo tenían loco. No era él que me discriminaba, pobre. Lo que no quería era que se metieran conmigo. Y bueno, me cortó la carrera futbolística.

-¿Y cómo fue con tu papá?

-Mirá, ir a la cancha en ese entonces no era para mujeres. A los 13 en el club ya teníamos barrita con chicas y chicos, y los chicos iban a la cancha. Yo quería entrar, mi papá no quería. Él estaba en la platea siempre agarrado del alambrado. Entonces yo me escondía detrás del mástil de la entrada para que no me viera y veía los partidos desde ahí. Cuando terminaba el primer tiempo volaba a la sede social y esperaba a que empezara el segundo. Después se habrá ido acostumbrando porque a los 14, 15 ya fui libremente a la cancha.

-Hoy la vida en un club es muy distinta, ¿no? ¿Cómo luchás para que Temperley siga siendo un lugar donde crecer, tener amigos, prepararse para la vida?

-No le vamos a echar la culpa al celular, pero yo veo que no hay diálogo en la juventud. Por ahí voy en un colectivo y veo que van dos chicos hermosos. Y no levantan la vista para mirar el churro que tienen al lado o la bomba que está del otro lado porque están con lo suyo. Les digo a mis sobrinos: “No es que vas a charlar con una chica y le vas a decir: ‘¿Te queres casar conmigo?’ Pero por lo menos preguntale: ‘¿Vas al gimnasio? ¿Practicás tenis? ¿Jugás al fútbol?’“. No se hablan. Y conozco tantos chicos y chicas solos. Y digo: ¿cómo puede ser? ¿Sabés cómo hubiera revoleado la chancleta si tenía todas las posibilidades de hoy? Ahora se van a casar con un celular. Van a tener un hijo que se va a llamar Celu.

🙌🏼 PLATEA EDITH PECORELLI

⛽️ En la asamblea anual ordinaria de esta mañana se eligió el nombre de la nueva platea y por mayoria de votos de los socios y socias ganó el nombre Edith Pecorelli. pic.twitter.com/umbgsVO1L1

— Club A. Temperley (@TemperleyOK) June 14, 2025

Pecorelli se ríe y hace reír. Pide que la entrevista se haga de tarde y las fotos también porque es muy nocturna y se levanta tarde. Ya no ejerce como abogada. Pero está activa. Va a la cancha y todo el mundo la saluda. También ayuda a un sobrino que tiene un maxikiosco, en Yrigoyen y Soler, a cuatro cuadras de la cancha. “Me gusta porque llego después de las 6 de la tarde, vienen todos los hinchas de Temperley, me piden cosas. Me vuelven loca pero se portan bien, eh”, relata.

El hecho de haber sido una de las que hipotecó su casa para que Temperley pudiera levantar la quiebra, de tomar las riendas cuando muchos querían huir, es una historia que nadie olvida en el club. De hecho, se transmite de generación a generación. En la cancha le piden selfies, la abrazan, la saludan de lejos o la miran.

-¿Cómo fue cuando te buscaron en ese momento?

-Yo estaba dejando el básquet, jugaba con las veteranas. Era abogada, claro. Me dijeron que estaban por rematar el club y que querían saber qué se podía hacer. Contesté que la única forma que conocía era pagando. Después con Enrique Zunini, el otro abogado, pudimos inventar otro recoveco legal. Desde mayo del ‘91 al 2000 viví internada en el club.

Edith Pecorelli

Integró el equipo femenino de básquet hasta llegar a la Selección Argentina. Como abogada y socia tuvo un rol fundamental en la lucha contra la quiebra. Fue la primera mujer en presidir una institución de fútbol de la AFA. pic.twitter.com/IP5qz0V7Vd

— Club A. Temperley (@TemperleyOK) June 12, 2025

En 1995, su hermano Enrique, el que la había sacado del fútbol, le dijo que -después de que el juez habilitara elecciones- ella tenía que ir como candidata. Le respondió que no. Pero apareció en la lista y ganó con el 62 por ciento de los votos. Hasta entonces había un antecedente, pero distinto: Natividad Gallego de Marcovecchio había asumido como presidenta de Platense por las renuncias del presidente y el vice en 1971.

Las entrevistas del archivo la muestran como una dirigenta que incluso en las malas transmitía optimismo: “No quebraremos”, “Acá estamos, nadie nos puede parar”, “Ya estamos pensando en los refuerzos para demostrarles a todos que Temperley no es de la B”, son algunas de sus frases de entonces. También tenía un plan claro: “Mi ideal es un club sustentado en la participación y en la posibilidad de que los socios decidan qué es lo que quieren”, decía por entonces. Y contaba que en la AFA no había baño de damas: las empleadas le prestaban su llave del baño privado. Dice que Julio Grondona siempre la trató muy bien: “Al principio dirían ‘esta pava que hace acá’, pero después se dieron cuenta de que no era ninguna pava”.

-Ahora vas a tener una platea con tu nombre.

-No voy a hacer falsa modestia. Yo creo merecerlo. Pero me parece mucho, como que no fuera real. Noto en la calle, acá en el barrio, que todo el mundo me felicita, me halaga. No solo gente grande, los jóvenes también. Se emocionan, me reconocen.

-¿Cómo te imaginás la inauguración?

-Y... mirá si en una de esas la inauguran con Temperley en la A. Ojo que si entramos en el Octogonal en una de esas damos el batacazo. Ahí me muero. Una tribuna en la A con mi nombre, ahí sí que no sé si llego.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/edith-pecorelli-la-mujer-que-salvo-a-temperley-y-que-le-dio-un-cachetazo-al-mundo-del-futbol-nid30092025/

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