Gallardo, el golpe en la Copa, los pocos “intocables” y los hinchas que ya no se encandilan con la estatua
Las últimas imágenes pueden ser un reflejo global de una nueva frustración de River desde la vuelta de Marcelo Gallardo. Contando los dos partidos ante Palmeiras, de principio a fin, el DT utili...
Las últimas imágenes pueden ser un reflejo global de una nueva frustración de River desde la vuelta de Marcelo Gallardo. Contando los dos partidos ante Palmeiras, de principio a fin, el DT utilizó cinco esquemas tácticos diferentes y el balance entregó (apenas) cuatro titulares desde esa concepción de haberse ganado esa consideración de manera sostenida: Armani, Montiel, Acuña y Salas (y Driussi como quinto elemento, ya que se lesionó pero entraba en esa lista). ¿Portillo? ¿El líbero o el 5? ¿Galoppo? ¿El volante interior con despliegue y gol o el que jugó en Brasil casi sobre la banda, del medio a la izquierda, con más intenciones defensivas?
Sin embargo, dentro de esta misma postal de la eliminación en los cuartos de final de la Copa Libertadores hubo “generales” que quedaron expuestos en ambos partidos como Enzo Pérez (mal en la ida y perdiendo el puesto con Portillo, aunque luego ingresó por la lesión del exTalleres), Paulo Díaz, Juanfer Quintero, Martínez Quarta.. Pity Martínez y Germán Pezzella están lesionados pero hace rato se habían corrido de ese grupo. Nacho Fernández, otro histórico, resurgió como una posible carta en un momento que quizás ni él lo esperaba. Cuando Gallardo volvió a River, en agosto de 2024, en medio del “tren en movimiento”, figura que él mismo utilizó para describir la mitad de la temporada que tomaba tras la salida abrupta de Martín Demichelis, lo que menos se imaginaba es que iba a llegar a esta serie con Palmeiras (la más importante en su segunda etapa) con estas denominaciones.
¿Por qué River terminó eliminado? ¿Qué responsabilidad tuvo Gallardo? ¿Se equivocó el DT con la línea de 3 y la estrategia en la ida? ¿Fue más mérito de Abel Ferreira, el entrenador de Palmeiras, que supo sorprenderlo con un juego interior, veloz y vertical? ¿El equipo “perdió tensión” en la revancha? Más que la línea de 3 el partido en Núñez lo perdió en el mediocampo por falta de velocidad e intensidad, porque el entrenador pudo pensar en “3 para 2″ con Paulo Díaz, Portillo y Rivero para tomar a los dos delanteros del conjunto brasileño (el Flaco López y Vitor Roque), pero el bosque de ese árbol es que el Millonario llegó a esta serie determinante sin una identidad y estilos definidos. Y eso se suele generar con, al menos, 8 de los 11 titulares, con el armado de un equipo que, desde las características, casi que terminan resolviendo la forma de atacar y de defender en función de lo que son sus mejores recursos.
Este último River de Gallardo ¿fue reconocible por sus ataques con centros o por sus filtraciones interiores? ¿Quién es la bandera futbolística del equipo? “Si un equipo juega bien, el gol lo hace el 9″, se suele decir en la jerga futbolera. Aquí tuvo mala suerte con la lesión de Driussi, pero no le supo encontrar soluciones desde las apuestas alternativas. El otro puesto clave sin dueño (al menos todavía) es el 5. El volante central suele ser el eje clave para la construcción de toda base sólida.
La derrota de River en BrasilLo sucedido en Brasil es la última imagen de esta película y, para que se comprenda esta ecuación, vale la pregunta. ¿Cuántos titulares tiene Gallardo en su cabeza para el próximo partido con Riestra? El DT no le está encontrando la vuelta al despegue y eso suele preocupar más a los entrenadores que un resultado adverso, que una eliminación dolorosa en el certamen que todos quieren ganar.
Algunos bajos niveles y la falta de un estilo definido no le quitan responsabilidades al DT más ganador de la historia de River. Lo involucran dentro del análisis porque nunca había estado tanto tiempo sin que los hinchas vean un equipo reconocible. Podía pasar algún tiempo sin títulos, pero la gente iba al Monumental y sabía qué le iba a ofrecer el equipo. Incluso con muchas variables de nombres y tácticas. Porque, se sabe, el River de 2014 no jugaba igual que el de 2015 y el que tocó el cielo con las manos en 2018 en Madrid incluso fue superado desde los rendimientos por el del 2019, por más que no pudo coronar a nivel continental. Hoy la imagen es más difusa desde el esquema, los nombres y sobre todo el estilo.
En todo este tiempo Gallardo fue probando y generando volantazos. Como si ese “tren en movimiento”, en lugar de frenar y reencauzar la ruta de destino, aceleró y terminó saliéndose de los carriles sin terminar de resolver hacia dónde estaba yendo. Hay pocos patrones visibles con continuidad que identifiquen a River. Y más a un River de Gallardo. Porque incluso el River que jugaba con mayoría de volantes zurdos o que tenía delanteros temibles como Pratto, Scocco, Borré, Julián Alvarez o Matías Suárez se armaba de atrás para adelante. Primero tenía personalidad para defender con el cuchillo entre los dientes y después clase (y jerarquía) técnica y táctica para avasallar a sus adversarios.
El partido con Estudiantes, el triunfo por 2-1, pareció ser el punto de despegue por varios aspectos. Nunca había encontrado en todo este tiempo todo lo que vio en La Plata. Desde el sistema, desde el juego, desde los nombres y el entendimiento colectivo, desde cómo salió con una actitud voraz a ser torazo en rodeo ajeno y ante un rival siempre difícil. Ahí pareció encontrar la línea de 3, las formas, los nombres. Salvo el ingreso de Paulo Díaz por Martínez Quarta (que se hizo expulsar de manera inocente en La Plata y podía ser un detalle clave a tener en cuenta para la Copa) mantuvo casi todo para la ida a Palmeiras que estaba en la vuelta de la esquina. Estuvo muy bien esa decisión, pero hasta el mejor líder puede desorientarse si pasa en un par de días del mejor partido desde su regreso al peor primer tiempo.
¿Puede Enzo Pérez ser suplente en River? ¿Puede Juanfer Quintero no completar casi nunca 90 minutos? ¿Pueden Martínez Quarta y Paulo Díaz “prestarse” el puesto en una instancia así? ¿Los goles de pelota parada en contra son sólo por desconcentración o falencias en las marcas? ¿La eliminación la “paga” de local? Nada va a borrar todo lo que hizo Gallardo para transformarse en el mejor DT de la historia millonaria, pero hoy son los propios hinchas los primeros que cuestionan por lo bajo su responsabilidad en este presente discreto.
En la tómbola de los nombres (en las pruebas de refuerzos, juveniles y esquemas) se lo vio a un Gallardo mucho más apurado por llegar al destino ganador en esta segunda etapa que en la primera. El “River sublime”, el de 2019, no se construyó de un día para el otro. Le llevó años, y eso se vio reflejado en cómo esperó (y formó) a jugadores como Nicolás De la Cruz y Pity Martínez). Las exigencias de Gallardo para el equipo de 2014 no eran esas. Pensaba en ganar jugando bien, y en sobre todo apuntalar a un equipo que siempre le había costado en el ámbito internacional porque.... “teníamos buenos jugadores pero siempre nos costaba”. El resolvió ese enigma de su etapa jugador de manera brillante como DT. Y en esa construcción fue paso a paso, peldaño a peldaño. Esta vez, por los mensajes que iba dando el Muñeco en su regreso en 2024, casi que pretendía ver el River de 2019 con apenas tres o cuatro meses de trabajo. De allí el doble comando del mercado de pases (la corrección que hizo no bien llegó sobre las decisiones que había tomado Demichelis) y la exigencia de más nombres en los demás mercados.
Las búsquedas en estos 13 meses fueron diversas: desde el sentido de pertenencia y enfocado en la jerarquía adicional potenciada además con campeones del mundo (Germán Pezzella, Fabricio Bustos, Maximiliano Meza, Marcos Acuña, Enzo Pérez, Sebastián Driussi, Lucas Martínez Quarta, Gonzalo Montiel, Kevin Castaño y Giuliano Galoppo) a volver a las fuentes y el hambre de gloria con Maximiliano Salas, Juan Carlos Portillo y Matías Galarza Fonda, la aparición de Lautaro Rivero como segundo marcador central, el ingreso de Santiago Lencina. Hubo otras apuestas que, quizás por el apuro del Gallardo de la estatua (y no del que iba construyendo a otro ritmo en la primera etapa) no salieron bien y casi no tuvieron posibilidades como Gonzalo Tapia y Matías Rojas.
El liderazgo de Gallardo puertas adentro también está bajo la lupa por cómo le puede llegar a los jugadores o hacerlos evolucionar desde una estructura que los potencie. Le está costando construir una pared sin que se le caiga otra. Gallardo dijo: “Hay que hacernos cargo de los errores, la serie estuvo en los detalles. El partido de hoy (por la noche del miércoles) fue muy parejo y hasta estuvo favorable a nosotros mientras tuvimos el nivel de concentración alto. Se nos termina yendo el partido de las manos. El problema fue cuando bajamos la tensión y la concentración. Ahora se puede ver mucha desilusión en cuanto a la eliminación, que todo es negativo. Tenemos que construir un equipo mucho más fuerte. Este es un equipo que se está construyendo, con muchos jugadores que llegaron, otros que se fueron. En esa construcción tenemos que competir y ganar. No estamos en nuestro mejor funcionamiento. Hay jugadores que tienen que crecer, tenemos que construir un equipo más confiable para que en este tipo de partidos la serie sea favorable a nosotros". Pero la superioridad que ejerció Palmeiras en la ida en Núñez, donde generó 4 tarjetas amarillas (Paulo Díaz, Acuña, Rivero y Montiel) sólo por infracciones para cortar los contraataques del Verdao, fue más amplia que la que pudo sostener River en Brasil.
El River que ganaba 1-0 en Brasil con Salas como llanero solitario y que forzaba los penales, el mismo que casi anota el 2-0 con esa chance inmejorable de Castaño... ¿estaba representando a Gallardo? ¿O sólo lo estaba acercando al objetivo de una clasificación? Quizás la frase que resuma el momento sea lo que dijo de Gallardo de “equipo en construcción”. Y en el punto a enfocar, luego de un año sin títulos pero sobre todo sin una identidad definida sobre cómo jugar, ya sea para atacar o defender. Hasta que River se empiece a apoyar más en lo que logre edificar que en lo que le falte construir, va a estar en problemas.