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La Argentina, ante el inicio de un ciclo económico virtuoso

La Argentina se encuentra, por primera vez en muchas décadas, frente al inicio de un ciclo económico verdaderamente virtuoso. El actual Gobierno ha demostrado un nivel de delivery económico poca...

La Argentina se encuentra, por primera vez en muchas décadas, frente al inicio de un ciclo económico verdaderamente virtuoso. El actual Gobierno ha demostrado un nivel de delivery económico pocas veces visto en tan poco tiempo. La disciplina en el frente fiscal, monetario y cambiario no solo ordenó la macroeconomía, sino que también envió un mensaje contundente a la sociedad, que validó el rumbo otorgándole un amplio respaldo electoral incluso después de un esfuerzo de ajuste significativo.

Ese punto es central: lo más difícil ya se hizo. El ajuste —inevitable y postergado durante años— está mayormente completado. Lo que viene por delante es una etapa más beneficiosa y relajada para la economía. A ello se suma un dato geopolítico y financiero de enorme relevancia: la Argentina cuenta hoy con el apoyo explícito de los Estados Unidos y con el acompañamiento de socios financieros de escala global. Esto fortalece la acumulación de reservas y permite desplegar una baja sustancial de la tasa de interés, movimiento que ya estamos comenzando a observar.

El mercado y los empresarios leen estos hechos con claridad. El riesgo país se ha desplomado, el dólar dejó de ser un problema y el Banco Central recuperó credibilidad: hoy cuenta con los instrumentos y el respaldo para enfrentar cualquier tensión cambiaria, sin pesos excedentes y en un marco de disciplina que hacía décadas no veíamos. A su vez, el panorama político muestra una alta probabilidad de continuidad en 2027. Si al gobierno le fue bien en 2025, una vez atravesado el ajuste, es razonable esperar resultados incluso mejores cuando llegue el tiempo de cosechar los frutos del esfuerzo previo.

Todo esto genera que las decisiones de inversión pasen del plano potencial al plano real. Y cuando la inversión en la economía real toma dinamismo, el crecimiento económico comienza a potenciarse de manera sostenida.

Las reformas necesarias

Desde el punto de vista de la política pública, el paso decisivo que falta para acelerar este proceso es avanzar en tres reformas estructurales:

la laboral,la previsional,y la fiscal.

Estas tres reformas son indispensables para consolidar un país competitivo. No se trata de un capricho ideológico: se trata de remover las trabas que impiden trabajar, producir, invertir y crecer. Cuando estas reformas se concreten, veremos un círculo virtuoso donde las inversiones retroalimenten el crecimiento, el crecimiento impulse la recaudación y la mayor recaudación permita, finalmente, bajar impuestos.

El mercado ya está entendiendo que la receta de devaluar para ganar competitividad nunca funcionó, ni funciona, ni funcionará. La única vía sostenible es la reducción de la carga tributaria y la mejora genuina en las condiciones para producir. El actual equipo económico comprende esto con claridad y está llevando adelante un trabajo brillante en esa dirección.

Sectores que se benefician

Este nuevo escenario no solo fortalece al sector energético, sino también a sectores clave como la agroindustria, la minería, la infraestructura, la construcción, entre tantos otros que se verán impulsados por un ciclo prolongado de crecimiento y mayor previsibilidad.

El combustible financiero del nuevo ciclo: dólares ociosos, ahorro doméstico, tecnología e inversores globales

Un aspecto central y poco discutido del potencial de la Argentina es la extraordinaria liquidez en manos de los propios argentinos.

Hoy el sistema financiero local cuenta con casi 40.000 millones de dólares en depósitos a la vista, un volumen que permanece inmovilizado por falta de confianza pero que, ante un escenario de estabilidad y crecimiento como el que se está configurando, puede volcarse a la economía real de manera directa o indirecta a través del mercado de capitales.

A esto se suma un fenómeno aún más relevante: se estima que los argentinos mantienen cerca de 200.000 millones de dólares fuera del sistema, literalmente “en los colchones”. Se trata de un nivel de cash extraordinario en relación al PBI que, si además sumamos los dólares e inversiones que los argentinos poseen en el exterior, equivale prácticamente a un PBI entero fuera del circuito productivo.

Ese capital ocioso es, en sí mismo, un multiplicador potencial gigantesco. A medida que la sociedad percibe seguridad jurídica, estabilidad macroeconómica y una dirección política consistente, estos dólares pueden comenzar a fluir hacia el mercado inmobiliario, hacia proyectos productivos o hacia el mercado bursátil, que es —indirectamente— otra forma de financiar la economía real: las empresas que reciben esos fondos invierten, toman personal y generan crecimiento.

Este escenario se complementa con otro factor decisivo: hoy no existen posiciones significativas de inversores internacionales en la Argentina. Hemos recuperado credibilidad, pero seguimos calificados como mercado stand alone por el MSCI de Morgan Stanley, el índice global que define la categoría de los mercados financieros.

En las próximas revisiones —que se esperan en el corto plazo— es muy probable que la Argentina sea reclasificada y salga de esa categoría. Existe una escala intermedia llamada Mercado Frontera, pero todo indica que el país podría incluso saltar directamente hacia la categoría de Mercado Emergente, abriendo además el camino hacia una futura obtención del investment grade.

Cualquiera de estas mejoras implica flujos potenciales de capital muy significativos entrando al país.

A todo esto se suma un cambio estructural decisivo: la tecnología modernizó y simplificó radicalmente el acceso al mercado de capitales. Plataformas digitales permiten que cualquier persona, desde su celular, pueda invertir de manera ágil, segura y sin barreras de entrada. Lo que antes era complejo, burocrático y limitado hoy está a un clic de distancia.

En otras palabras: las autopistas están completamente asfaltadas y despejadas para que esos dólares ociosos ingresen al sistema financiero sin fricciones, potenciando así la economía real.

Un país que empieza a elegir otro camino

Es natural que algunos empresarios hayan ofrecido resistencia. Algunos por desconocimiento; otros porque no estaban habituados a competir en un marco real de transparencia y eficiencia. Pero lo importante es que la mayoría del país se expresó a favor de un rumbo más serio, que busca dejar atrás la lógica de tener una moneda crónicamente depreciada como si esa fuera la manera de ganar competitividad, y comenzar a construir un país donde la competitividad surja del trabajo, la innovación, la eficiencia y un sistema impositivo razonable.

Queremos volver a ser lo que alguna vez fuimos: un país relevante, con una economía sana, con educación de calidad, con un sector productivo competitivo y con una moneda respetada.

Ese camino llevará tiempo. No existen los atajos. Pero por primera vez en muchos años, la dirección es la correcta.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/negocios/la-argentina-ante-el-inicio-de-un-ciclo-economico-virtuoso-nid18112025/

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