La argentina de 28 años que logró que un legendario inversor apueste por las terapias psicodélicas
Con solo 28 años, Victoria Costa Paz convenció a uno de los inversores más influyentes de Silicon Valley de apostar por su startup de biotecnología. Se trata de Eywa Biotech, la compañía que ...
Con solo 28 años, Victoria Costa Paz convenció a uno de los inversores más influyentes de Silicon Valley de apostar por su startup de biotecnología. Se trata de Eywa Biotech, la compañía que fundó en 2022 y dirige desde Montevideo: cerró una ronda semilla de US$2,5 millones liderada por Tim Draper -el mismo que apostó de forma temprana por Tesla, SpaceX y Coinbase- para escalar la producción sostenible de psilocibina -un compuesto psicoactivo de origen natural que se encuentra en varios tipos de hongos, responsable de los efectos alucinógenos- y otros compuestos orgánicos con estándares farmacéuticos.
“Que un referente como Tim Draper lidere esta ronda en una startup latinoamericana fundada por mujeres, envía una señal potente: el futuro de la ciencia dura y de la salud mental también se puede construir desde acá. Esto no es solo capital: es confianza en que podemos jugar en las grandes ligas desde la región”, señaló Costa Paz, con un dato a mano no menor: a nivel global, solo el 2% del venture capital es destinado a startups lideradas por mujeres.
Para la emprendedora, el interés no fue casual. De acuerdo a estudios de la Organización Mundial de la Salud, la pandemia de Covid-19 aceleró la crisis en la atención de los problemas de salud mental y hoy se estima que una de cada cuatro personas en América Latina y el Caribe experimentará un trastorno en algún momento de su vida.
Frente a ese vacío, Eywa Biotech busca producir compuestos psicodélicos de grado clínico -como la psilocibina- de manera sostenible, escalable y accesible, abriendo la puerta a una nueva generación de terapias. “Los psiquiatras saben del potencial que tienen estas moléculas, pero hoy no cuentan con medicamentos aprobados. Nuestro objetivo es que pronto puedan recetarlos con seguridad y calidad farmacéutica”, explicó. Y enfatizó: “El último gran avance en tratamientos de salud mental fue Prozac, hace tres décadas”.
Eywa Biotech combina biología sintética, ingeniería genética y sustentabilidad para desacoplar la producción de psilocibina y otras moléculas de recursos naturales finitos, y reduce costos y tiempos. El modelo permite ciclos de biosíntesis de uno o dos días -frente a semanas o meses de los métodos tradicionales- y hasta cinco veces más baratos. Con este diferencial, la empresa ya firmó cartas de intención con farmacéuticas y centros de investigación de América Latina, Norteamérica y Australia, donde incluso la principal distribuidora de drogas psicodélicas pidió acceso a sus productos.
De Coca-Cola a la biotecnologíaLa historia personal de Costa Paz rompe moldes. Estudió Comunicación en la Universidad de San Andrés y comenzó su carrera en marketing en Coca-Cola, en campañas para Fanta y Sprite. Luego pasó por Santander, donde formó parte de un proyecto de innovación digital.
Pero el verdadero punto de quiebre llegó a los 22 años. El fallecimiento de su padre la obligó a dejar la casa familiar y buscar independencia económica. Fue entonces cuando aceptó una propuesta en una startup internacional que le pagaba en dólares, lo que le permitió vivir sola por primera vez. “Ahí descubrí el ritmo dinámico de las startups y me encantó. Me permitía trabajar con equipos en diferentes partes del mundo y conocer otras culturas. Me desafiaba constantemente”, señaló.
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Con la llegada de la pandemia, volvió a conectar con una vieja pasión: la biología. Empezó a investigar bioplásticos, tomó cursos online y se vinculó con fondos que unían emprendedores y científicos. Esa búsqueda la llevó a conocer un equipo especializado en biotecnología y a descubrir el potencial de la psilocibina para tratar problemas de salud mental, un tema que también la atravesaba en lo personal: su madre había sufrido depresión durante años.
“En la academia hay ideas increíbles, muchas de las cuales quedan en un paper porque nadie las saca al mercado. El científico es bueno en la frontera del conocimiento, innovando y generando conocimiento, pero requiere de alguien que lo saque de ese ámbito y busque también capital”, explicó. Ese puente entre ciencia y negocio fue el punto de partida de Eywa Biotech.
De la biotecnología a los grandes fondosVictoria Costa Paz conoció a Tim Draper hace tres años, cuando Eywa Biotech recién comenzaba. Él le dio un consejo claro: “Tracción, tracción, tracción”, y le entregó su tarjeta. El reencuentro llegó este año, cuando la firma ganó el reality “Meet the Drapers” en Buenos Aires y el fondo Draper Cygnus se comprometió a invertir US$600.000. Eso abrió la puerta para que otros inversores se sumaran.
Con el envión, Costa Paz viajó a Montevideo para coincidir con Draper en una cena y más tarde a Estados Unidos, donde participó de un programa intensivo para fundadores en su universidad. Durante seis semanas lo fue convenciendo, pasillo a pasillo, charla a charla: “A veces eran conversaciones sobre la vida, y poco a poco fuimos generando confianza. Le explicaba por qué nuestra tecnología era distinta”.
“Le dije: Vamos a revolucionar la salud mental; estos tratamientos llegaron para quedarse”, recordó. Poco después, recibió un mail que cambió todo: Draper la copió en un mensaje a su equipo con una sola frase: “Presten atención a Victoria, este proyecto vale la pena”. Ese respaldo se transformó en una inversión entre US$1 millón y US$1,5 millones, para quedarse con el liderazgo de la ronda.
Próximos pasosPara la emprendedora, el campo de los psicodélicos ya dejó de ser una promesa: en Australia se aprobó la psilocibina y el MDMA -conocido como éxtasis- para tratar depresión resistente y estrés postraumático, mientras que en Canadá el proceso avanza a paso firme. En Estados Unidos y Europa, más de 190 ensayos clínicos exploran el potencial de estas terapias.
Con los fondos levantados, la startup planea escalar su capacidad industrial hasta 200 litros con validación GMP, optimizar procesos genéticos, desarrollar nuevas patentes y expandir su presencia comercial en América Latina, Estados Unidos, Europa y Australia. La empresa ya inició trámites de patentes en Estados Unidos y evalúa extenderlas a otros mercados estratégicos, lo que le otorgará exclusividad por 20 años.
La hoja de ruta es clara: primero abastecer a farmacéuticas y centros de investigación con compuestos de grado clínico y luego transformarse en una nueva “pharma” global, capaz de producir medicamentos accesibles y sostenibles para millones de pacientes.
“Este es nuestro momento para demostrar que podemos. Tenemos 24 meses para escalar, patentar y traccionar. La salud mental necesita soluciones y queremos que Eywa Biotech sea sinónimo de calidad y confianza cuando las terapias psicodélicas estén aprobadas en más países”.