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Misterio y escándalo por la venta de un banco de 300 años de la Basílica del Pilar

“¿Cómo nos llegó este banco del siglo XVIII? A simple vista parece tan solo un objeto antiguo, pero no, no es así. Tiene más de 300 años y perteneció al mobiliario original de la Basílica...

“¿Cómo nos llegó este banco del siglo XVIII? A simple vista parece tan solo un objeto antiguo, pero no, no es así. Tiene más de 300 años y perteneció al mobiliario original de la Basílica del Pilar”, anuncia una vendedora de antigüedades. La publicación hace estallar las redes: la gente está indignada ante la venta de un elemento vinculado al culto católico. Exigen que se lo restituya.

Pero ya es tarde, despareció en un par de horas y desde ese momento hasta hoy crece el enigma alrededor del origen y destino de la joya religiosa colonial, poniendo sobre el tapete el tema de la conservación del patrimonio cultural.

Según el relato que se hace desde la cuenta de Instagram Mueblanza, el escaño de madera, tal como se le dice a este tipo de asiento de las iglesias, fue entregado a uno de los restauradores del Museo del Prado como parte de pago por su trabajo de poner en valor el mobiliario de la iglesia. La placa dice: “Escaño siglo XVIII. Perteneció a la Basílica del Pilar. Dado en reconocimiento al Sr. Samora, ex restaurador del Museo del Prado, por su labor en la restauración de la Basílica de Pilar”. Luego fue comprado por un coleccionista privado, y ahora sus descendientes “necesitan vaciar la casa familiar”, explica el video.

El video publicado por Mueblanza

“Ese banco debe volver urgentemente a la basílica y no puede estar en otro lugar que no sea en el altar. Sería una blasfemia que estuviera en un living, o un comedor, o lo que sea. Fue hecho para el culto”, se quejan desde la cuenta Very_british. “¡Precioso! Pero debería retornar a la iglesia que tiene un Museo de los Claustros para que todos lo puedan ver y apreciar “, asegura Visitando_ nuestro_patrimonio. “Que despelote los comentarios. SuperSúperresante”, remata un usuario. La gente insiste con saber más sobre el objeto y le envía mensajes a la empresa. “Está vendido. No damos información sobre quién compra y quien vende. Esto es un negocio entre personas, no es un museo, ni una fundación”, responden.

Silvia, una de las vendedoras de Mueblanza, es quien cuenta la historia del banco en redes y, al ser contactada por LA NACION desde su local ubicado en Palermo afirma: “Nos interesan los particulares que buscan objetos especiales. Vaciamos las casas, vendemos todo, hasta la vivienda. Cobramos el 10 por ciento de comisión”.

Y agrega orgullosa, sin dar detalles de quienes formaron parte de la compra venta del escaño: “Cuando se trata de objetos religiosos explotan las redes porque la gente se engancha un montón”.

En la presentación del sitio en Instagram se presentan de este modo: “Transformamos herencias en oportunidades. Venta de antigüedades + desapego emocional. Solución integral: venta del espacio interior. Madre e hija”.

Sin registros

Damián Vogel, del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural de Interpol, asegura que “en este caso no hay delito porque la iglesia no hizo la denuncia de un robo”.

A su vez, fuentes cercanas a la comunidad de la Basílica del Pilar, confirman que no alertaron a las autoridades. “Tal como sucede con la mayor parte de las parroquias, no poseemos registros sobre los bienes de la institución, ni documentación fehaciente que corrobore que el escaño nos perteneció”.

La Basílica del Pilar, ubicada en Junín 1898, es una de las primeras iglesias de Buenos Aires, y representa un ícono del barrio de Recoleta. Se inauguró en 1732. Conserva retablos, imaginería y ornamentos originales del período colonial. También posee un museo, el Museo de los Claustros, que resguarda obras de arte dentro de las celdas de los frailes recoletos. Luce hoy su estilo original barroco, pero tuvo sucesivas restauraciones y cambios a través del tiempo. Por Decreto 120.412/42 el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional. Tiene dos hileras de 15 escaños de madera cada una que son simples y difieren del publicado en redes.

LA NACION tuvo acceso a antiguos informes y artículos periodísticos de la Junta de Estudios Históricos del Pilar que mencionan los saqueos que sufrió la basílica entre 1822 y 1830, cuando estuvo cerrada temporalmente tras la expulsión de los franciscanos y la supresión de órdenes religiosas bajo las reformas eclesiásticas de la época. Por lo tanto, esta sería una de las primeras hipótesis en danza: “Su posible hurto durante ese período”, aseguran fuentes vinculadas a la comunidad de la basílica.

Según el especialista Marcelo El Haibe, este tipo de delito se podría prevenir si el objeto contara con una declaratoria patrimonial. El Haibe, un referente en la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales, recordó un hecho de los 80, en la Catedral de Córdoba, que conmocionó al país: “Compraron piezas nuevas y las viejas, que eran del 1700, las sacaron del país, desaparecieron. Después se enteraron que las había vendido el propio cura de la Catedral”.

Al respecto, una marchand porteña, quien prefirió no dar su nombre, opina: “No sirven la declaratorias porque el Estado, por carencia de recursos, más en estos tiempos, no puede hacerse cargo de todo y le resultaría muy beneficioso una alianza con el coleccionismo privado. No veo delito alguno en la persona que adquirió el banco gracias a un anuncio en redes. De todos modos, esta historia resulta muy rara”.

¿Quién era el restaurador del Museo del Prado?

Vanesa Pedreira integra la Comisión Arquidiocesana de Turismo Religioso y Patrimonio Cultural encargada de la custodia del patrimonio de la iglesia. “Estamos ante un hecho que afecta la sensibilidad de los creyentes, cualquiera sea su religión”, asegura.

Confirma que en el Episcopado no poseen registros del objeto, ni denuncia sobre su desaparición. “Sin embargo, esto no implica que en algún momento no haya habido una búsqueda. Es decir, no hay certezas”, remata la experta, acrecentando el misterio.

Sin embargo, Pedreira logra echar luz sobre su entrega en tanto forma de pago a un restaurador: “la práctica del otorgar piezas patrimoniales a cambio de un trabajo de conservación era común por ese entonces”. Consultada sobre Samora en particular afirma: “No se ha destacado, no es uno de los más conocidos, lo que no significa que el hecho no haya ocurrido”. A su vez, fuentes de la comunidad del Pilar señalan que no poseen recibos de pagos ni registros de trabajos efectuados por Samora.

Para la marchand el relato sobre el restaurador “es dudoso”. La reforma más importante que se hizo de la iglesia fue la década del 30 con el arquitecto catalán Andrés Millé, cuando el templo volvió a lucir su aspecto original, conservando sus más de 200 joyas que poseía, el Altar de las Reliquias, entre otras piezas valiosas. En esa oportunidad no se menciona la restauración del mobiliario, con lo cual la historia del español Samora quedaría descartada.

El libro Patrimonio Artístico Nacional, Tomo I, editado por la Academia Nacional de Bellas Artes y el Fondo Nacional de las Artes en 1998, hay solo una foto de un banco del Pilar, un escaño, (ver imagen), pero difiere del vendido en redes. Se trata de un modelo mucho más sencillo. Fue regalado por el rey Carlos III al sacerdote Altolaguirre, guardián del convento recoleto. El relevamiento, plasmado en el libro, estuvo a cargo del prestigioso investigador y profesor Héctor Schenone.

A su vez, en una nota de la revista Atlántida de 1934, se subraya la actitud de la propia Iglesia al prohibir la enajenación de sus bienes: “Llegó a Buenos Aires un enviado de Norte América con el objeto de adquirir la famosa joya de San Pedro de Alcántara (de la Basílica del Pilar). Ofreció hasta 500 mil dólares o algo más, pero el cura párroco rechazó el ofrecimiento con decisión”, dice el artículo. “La historia del Pilar se conocería con mayor amplitud si no se hubiera perdido, tal como se perdió, el archivo de la Orden”, se lamenta el periodista alegando que los legajos habrían sido enviados a Catamarca.

A partir del Concilio Vaticano II la Iglesia tuvo un permiso tácito para vender sus bienes porque todo lo recaudado se donaba para tareas humanitarias. “Esto corrobora alguna de las anteriores versiones en el sentido de que en algún momento podría haber sucedido que la propia institución se deshiciera del bien con fines solidarios” señala la marchand.

Por otro lado, hay quienes en la década del 90 recuerdan haber visto con sus propios ojos el escaño a la venta en la zona de Retiro: “Me acuerdo de un local de antigüedades y libros que vendía muebles sobre la calle Arroyo, pasando Suipacha, donde está la curva. Vi un banco con la misma descripción”, dice el investigador Adolfo Brodaric, quien recorre la ciudad en busca de edificios patrimoniales, mientras amplia la foto de la publicación en su computadora.

Múltiple e impredecible

En cuanto a las características del mueble, los especialistas afirman que “parecería posterior al siglo XVIII, más bien siglo XIX, dado el excesivo ornamento”. La imagen tallada en madera representa a un cordero, el Cordero de Dios, que es una forma de nombrar a Jesús y que aparece en el Evangelio de Juan. “Es muy común en la iconografía cristiana”, señalan desde el Episcopado. En cuanto a la placa, los entrevistados coinciden al afirmar que “tampoco sabemos si esa chapa es engañosa y no fue agregada en algún momento de su historia para crear confusión”.

¿Por qué un particular habría querido comprar un objeto de culto católico, y de dudoso origen, para que decore su casa? “El coleccionismo es múltiple e impredecible como las personas que se dedican a eso”, dice Pedreira.

En defensa de los aficionados la marchand afirma que “muy buena parte de quienes adquieren estas obras, las preservan en las mejores condiciones y las prestan para las grandes exposiciones. Hay un circuito virtuoso en ese sentido. Es decir que no se trata tan solo de la sed de poseer algo valioso”.

En resumen, si alguien compra un bien que no está inventariado, ni catalogado, ni denunciado, y cuenta una historia incomprobable, no hay delito que probar. Pero, si la historia es cierta, tampoco hay delito, y si la historia no es cierta tampoco existe forma de aseverar que es robado. Por lo tanto, “la ventaja es que el tema se debata; crear conciencia de lo que hoy no tenemos que hacer con el patrimonio que tenemos en nuestra custodia”, concluyen los expertos.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/misterio-y-escandalo-por-la-venta-de-un-banco-de-300-anos-de-la-basilica-del-pilar-nid03092025/

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