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Pablo Turturiello: sus inicios en Uruguay, el bullying, su romance con Fer Dente y su rol de príncipe en La sirenita

Nunca fue sapo. Pablo Turturiello parece haber nacido para ...

Nunca fue sapo. Pablo Turturiello parece haber nacido para su papel de príncipe. Sus movimientos son refinados, su temple pausado y su postura, elegante. En Montevideo, donde nació, atravesó episodios de bullying: “Había que ser rugbier o futbolista y a mí no me gustaba ninguna de las dos cosas. Eras deportista o no eras nada, ser artista no era opción”, recuerda. A los 20 años decidió mudarse a Buenos Aires y rápidamente logró hacerse un lugar en el mundo de la comedia musical.

Un disco de vinilo de Jesucristo Superstar, el libro de Mi bella dama y una foto vintage de su pareja, Fer Dente, decoran el camarín del Teatro Gran Rex, donde Turturiello, o “Turtu”, disfruta en soledad la previa de la función. Hoy, dedicado completamente a su rol de Eric en La sirenita, siente que “llegó lejos”, sonríe cuando habla de su novio y no duda en interrumpir su meditación para recibir a LA NACION y sincerarse sobre su pasión y los desafíos de ser artista.

—Desde su estreno, La sirenita generó mucha repercusión. ¿Qué sentís al formar parte de una de las grandes apuestas de Calle Corrientes?

—Ahora que ya estrenamos y que a tanta gente querida que respeto y admiro le gustó, lo estoy disfrutando. Antes del estreno hay muchos nervios y después te aflojás. Estoy muy feliz porque acá converge que a mí me gusta lo que estoy haciendo y a la gente también le está gustando.

—¿Es verdad que uno de los primeros personajes que interpretaste cuando empezaste a estudiar comedia musical fue el de Eric?

—¡Sí! En realidad, fue en la primera clase de canto que tomé en Uruguay, cuando tenía unos 12 años. Fui porque quería entrenar la voz para el teatro musical y la profesora me dijo: “Conozco este tema de La sirenita que lo escribieron para el musical y siento que te pueden quedar bien las notas, no es ni muy aguda ni muy grave” ¡Fue la primera canción que estudié!

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—A esa edad ya tenías definida tu vocación...

—Sí, a esa edad ya sabía. Amaba la música pop, amaba los artistas pop, cantar, tocar el piano y la guitarra. Yo quería cantar, pero me daba un poco de vergüenza decir: “Quiero ir a clases de canto”. Tomaba clases de piano, pero en realidad yo lo hacía para acompañar el canto.

—¿Por qué te daba vergüenza decir que querías cantar?

—Porque sentía en mi contexto, en mis alrededores no habían chicos de mi edad que cantaran. O sea, casi no era normal. Mis pares, mis compañeros de colegio, hacían rugby o fútbol. Alguna de esas dos cosas te tenía que gustar. Y de última no eras deportista, pero no hacías nada. Ser artista no era una opción en mi colegio.

—¿Cómo viviste esa época en el colegio, en Montevideo?

—Fue un colegio que era un poco, no sé si llegaba a ser conservador, pero era clásico; con valores clásicos. Si bien mi madre es católica, se fue liberando y mi padre es menos conservador, entonces siempre tuve mucho balance en mi casa. En el colegio me sentía raro. Tenía que elegir: rugby o fútbol. Y yo quería cantar canciones de Britney, de Lady Gaga, de Miley Cyrus; eso estaba muy distanciado de esa realidad.

—¿Fuiste juzgado?

—Sí, fui juzgado. Me tuve que cambiar de colegio. Cuando empecé con que me gustaba cantar y subía covers, sufrí mucho bullying durante un año. Hubo un punto en el que no aguanté más y le dije a mi familia: “Me quiero ir de este colegio, no doy más.”

—¿Era bullying en las redes?

—Subía covers a YouTube, pero yo el bullying lo sufrí presencial. Pasaba por los pasillos del colegio y me gritaban “maricón” y otras cosas. Yo ni siquiera tenía clara a esa edad mi orientación sexual. Me lo gritaban por mi personalidad que se relacionaba más con lo femenino, con lo artístico, lo sensible. Fue una época muy, muy dura. Después me cambié de colegio y fui ganando un poco de confianza. Encontré que en el teatro musical, podía cantar sin ser “yo”, porque el que cantaba era un personaje. Era la cápsula perfecta donde me permitía cantar, pero nadie me podía juzgar. Quiero creer que eso fue cambiando un poco, pero al mismo tiempo hoy en día estoy en contacto con muchos jóvenes de la comunidad y todavía veo muchos comentarios homofóbicos. Es una lucha que sigue bastante presente.

—Tuviste la lucidez de pedir que te cambien de colegio...

—Sí, fue más bien un pedido de rescate y tuve la suerte de tener la contención de mi familia, de que me digan: “Bueno, está bien, no entendemos mucho qué está pasando, pero te vamos a acompañar”. Entré a un colegio internacional, más liberal, que tenía mucho arte, y encontré mi lugar, pude destacarme en lo artístico. Pasé de ser atacado a ser “el chico nuevo que actúa bien”. En el colegio había musicales, yo los veía y me derretía. Me sabía las letras de todos, los compositores, me compraba los libros, me estudiaba todo. Sigo siendo fan de los musicales. En ese momento, mi sueño era Broadway.

—¿Broadway sigue siendo un sueño?

—Sí, pero no sé si es mi motor del día a día hoy, como sí lo era a los 15 años. Justo ayer mi madre me reenvió un mensaje de una amiga de ella, que vino a ver la obra, y le decía que yo iba a llegar muy lejos. Yo le respondí: “Estoy protagonizando en el Rex, siento que ya llegué muy lejos.” Celebro estar en un teatro tan eminente como este, haciendo un papel protagónico, con una producción tan grande. Celebro nuestra cultura. Si viene Broadway, genial; me encanta porque es una aspiración muy grande, pero no es mi motor. Cuando terminé el colegio fui a estudiar a Nueva York, pero no terminé la carrera, la dejé antes porque extrañaba mucho Latinoamérica, a mis viejos, mi familia, mis amigos. Así que probé de venir a la Argentina, que estaba más cerca, y hay muy buena calidad artística.

—¿Cómo viene tu vínculo de pareja con Fer Dente?

—¡Muy bien! Es algo muy lindo de mi vida. Esta semana está siendo muy intensa para los dos, porque tenemos muchas funciones por los feriados y Fer está por estrenar. Así que hoy nos vimos en el almuerzo dos horas para ponernos al día y contarnos cómo estamos. Nada más lindo en este momento que tener una pareja sana, que nos nutre. ¡Estamos trabajando literalmente uno enfrente del otro!

—¿Cómo se llevan dos egos en una misma pareja?

—Hay gente que me pregunta: “¿Qué sentís que vas a estar compitiendo con tu novio?”. Y para mí no hay nada más lejano que la competencia. Al contrario, es una celebración del teatro lo que está pasando en la calle Corrientes. Y los dos estamos en obras que apuntan a distintos públicos. No es competencia, es celebración. Respecto del ego, voy a citar algo que dijo mi psicóloga, Amelia: “Por suerte los dos tenemos bastante trabajo de psicoanálisis hecho”.

—¿Cómo empezó la conexión entre los dos?

—Lo conocí trabajando, él era mi director en Rent. Yo lo admiraba mucho como artista y me gustaba mucho su visión como director. En ese momento estaba de novio, pero después nos encontramos los dos solteros. Para mi es un plus ponerte de novio con alguien con quien trabajaste, porque las primeras citas fluyen, ya conocés el humor del otro.

—¿Hablan mucho de teatro?

—¡Sí, somos bastante pesados! (risas). Somos muy fanáticos de esto. Entonces, sí, siempre estamos comentando alguna noticia de Broadway o del teatro de acá.

—¿Qué planes tienen a futuro?

—Desde que nos conocimos Fer me contó que quería ser papá. Yo siempre amé a los niños, siempre me llevé muy bien y siempre me gustó mucho la idea de ser papá en un futuro. Ahora no, pero ojalá que en algún momento se nos pueda dar.

—Te imaginás haciendo algo que no sea artístico

—Me gusta mucho la plata, así que si no hubiese sido muy redituable en lo artístico creo que en algún momento hubiese encontrado algo paralelo que me dé algún ingreso.

—¿Por qué decís que te gusta mucho la plata?

—Porque me gusta la plata. El título ahora va a ser: “Me gusta la plata” (risas). No soy gastador, pero me siento bien y tranquilo cuando entra plata. Me gusta poder viajar, invitar a mis abuelos a comer a un lugar lindo. Mis padres son contadores, creo que viene de ahí. Soy bueno ahorrando y estructurado en la economía. Soy un oficinista del teatro.

—¿Cuáles son tus próximos proyectos?

—Para La sirenita se vienen más cosas, va a cobrar otra vida que no puedo adelantar. Y hay ideas dando vueltas, el año pasado estuve conduciendo en Uruguay un programa en Tele12 que se llama Cien uruguayos dicen, la versión uruguaya de Cien argentinos dicen, y hay una posibilidad de grabar una segunda temporada. Volver a conducir también es algo que me divierte.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/teatro/pablo-turturiello-sus-inicios-en-uruguay-el-bullying-su-romance-con-fer-dente-y-su-rol-de-principe-nid24062025/

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