Generales Escuchar artículo

Quién es el director argentino que estrena en Venecia un film con Willem Dafoe como protagonista

Gastón Solnicki cierra su trilogía vienesa en el festival más cercano a su corazón: la Mostra de Venecia. Es la tercera vez que asoma en el Lido, luego de ganar el premio Fipresci en 2016 con K...

Gastón Solnicki cierra su trilogía vienesa en el festival más cercano a su corazón: la Mostra de Venecia. Es la tercera vez que asoma en el Lido, luego de ganar el premio Fipresci en 2016 con Kékszakállú, presentada en la sección Horizontes, y de regresar en 2018 con Introduzione all’Oscuro, apertura de esa tríada de historias ambientadas en Viena y también homenaje al director de la Viennale, Hans Hurch, fallecido un año antes en Roma.

Este regreso es también una especie de invocación a aquella travesía personal, signada por el duelo de su amigo, que ofrece una nueva amistad como ofrenda: la que lo une al actor Willem Dafoe, convertido en el centro de The Souffleur, en el administrador de un hotel monumental en el corazón de una ciudad legendaria. Amistades entrañables, encuentros imprevistos, ciudades con historia, despedidas y duelos signan una obra única en el cine argentino, realizada con la audacia de la oportunidad, con la epifanía del descubrimiento.

“The Souffleur es el cierre de una trilogía vienesa que también integran Introduzione all’Oscuro y A Little Love Package (2021). Son películas que están atravesadas por lo personal, y no es casual la elección del hotel como escenario para terminar la serie: un lugar donde lo público y lo privado conviven. Con Viena siempre como centro geográfico y temporal, las tres películas fueron filmadas en las mismas semanas de otoño de distintos años y unen lo ficcional, lo ensayístico, lo documental y lo biográfico, en ocasiones simultáneamente. Introduzione all’Oscuro, película con la que viajé por última vez a Venecia hace siete años, comienza con la pérdida de un amigo; y The Souffleur termina con el nacimiento de una amistad”.

La voz de Gastón Solnicki, tímida y a la vez segura de cada palabra, acompaña en la entrevista con LA NACION el encuentro con ese objeto misterioso y de varios significados que encarna el título de su sexto largometraje. “Souffleur” es el término argótico para designar al apuntador teatral en Europa del Este, que funciona como velado homenaje al pasado de animal teatral de Willem Dafoe, pero que también descubre los artilugios de su personaje para preservar su estancia en ese hotel con historia. Una construcción imponente, que da cuenta de un tiempo ancestral y a punto de extinguirse, cuyas ventanas titilan como ojos encendidos, cuyas habitaciones evocan una imaginería perdida.

Dafoe es Lucius Glantz, un rey sin corona, quien vela por su preservación ante una inminente venta, y también deambula entre las sombras como maestro de ceremonias de un teatro imaginario. El “Souffleur” es el que sopla las letras olvidadas por los actores, el que conduce en silencio lo que ocurre, el que espera paciente la llegada de un amigo que todavía no conoce. Y ese amigo no será otro más que el propio Gastón Solnicki, dentro y fuera de la ficción. Porque el misterioso comprador del hotel es un argentino llamado Facundo Ordoñez, al que el director le brinda el nombre de su primo, la historia de su familia y los registros documentales de su pasado.

“Facundo Ordoñez existe, es mi primo, a quien le dediqué mi primera película, Süden (2008). Se decía que otros títulos de Süden podrían haber sido Todo sobre mi primo o El día que mi primo tocó con Mauricio Kagel. De hecho, él ya me pidió interpretar a Gastón Solnicki en mi próxima película”, explica entre risas. Trazos de ese pasado cercano aparecieron en Süden bajo el disfraz del primo y el arte del músico Mauricio Kagel, y reaparecieron luego en Papirosen (2012), su segundo largometraje, aquel que condensó doscientas horas de material documental sobre su familia en un viaje hacia el pasado del judaísmo y las raíces de la diáspora.

El cine de Solnicki no puede desprenderse de esa herencia, de un trazo personal que se cuela en los archivos insertados, en las frases que se hacen eco de su obra anterior, en nombres que significan otros escondidos, en amigos que se extravían y se tornan fantasmas. “Mis películas se apoyan en afectos personales, no solo propios sino de aquellos que son retratados”, revela. “Y creo que si esas obras existen es porque nunca son venganzas. Surgieron sin la certeza de que algún día iba a poder hacerlas o mostrarlas. Y The Souffleur fue concebida en colaboración con Willem Dafoe, quien estuvo presente en Roma la noche en la que Hans , el amigo perdido de Introducción all’Oscuro, murió”. En esa circunstancia nace la amistad, marcando una circularidad fantasmal que define a toda la trilogía.

Pero el nombre The Souffleur también tiene otras implicancias: la manipulación de un viejo conserje que no se resiste a dejar su puesto, como el obstinado Emil Jannings en La última carcajada (1924) de F. W. Murnau; la aparición de ese recién llegado que es Facundo Ordoñez, un argentino con recuerdos de Viena que viene a soplar el castillo de naipes de un hombre que parece perder su última batalla con la gentrificación europea; y también la idea del soufflé como un plato exquisito, que requiere del soplo justo para encontrar su forma, que implica un acto de fe para alcanzar su concreción. Un plato que ya no asciende en su forma proyectada, en un edificio que está por caer.

“La idea de la película surgió en los sucesivos encuentros con Willem, y fue él quien me preguntó si podíamos filmarla en solo dos semanas. Y sí, de hecho ese tipo de rodajes en una ventana de tiempo muy acotada, es lo que define mi obra”, detalla Solnicki. “La idea del viaje siempre nutrió a mis películas. No están guionadas, asumen las formas narrativas propias del desplazamiento”. Sin embargo, la colaboración con Dafoe no estuvo exenta de contradicciones: una estrella de Hollywood que sale del confort del estudio y de la monumentalidad de franquicias de Hollywood para internarse en el mundo personal de un director argentino, en una película de bajísimo presupuesto, filmada en un calendario acotado de dieciocho jornadas en Viena, en un hotel en funcionamiento y con actores no profesionales. ¿Qué podía surgir de ese encuentro impensado?

“En todas las instancias preliminares, Willem insistía en que no necesitábamos textos, que mis películas no existían por esa instancia concebida de antemano, por el guion, por una secuencia estructurada ABCD. Que se caracterizaban por la espera, por el hallazgo de momentos y retratos que no son tan fáciles de hallar en las películas convencionales. Sin embargo, a la hora de filmar se volvió Mr. Hyde, ese rostro tirano que exigía texto, indicaciones, una guía para actuar. De hecho, sentí una tensión que nunca antes sentí en mi vida, ni en un rodaje ni en otra situación. Es un milagro que la película exista”, detalla el director sobre una experiencia límite, única en todos los sentidos. “Y desde su punto de vista es comprensible, porque él tenía mucho para perder. De hecho, es admirable que en este momento de su carrera, en el que goza de una absoluta plenitud, eligiera arriesgarse en una película como ésta. Eso habla de un rasgo muy audaz de su personalidad y de su concepción de la actuación. Es un actor que no se conforma con seguir haciendo lo mismo, pero al mismo tiempo sabe que es importante que la apuesta por películas más pequeñas, que exceden los formatos de Hollywood, salga bien”.

En The Souffleur también hay otros protagonistas. Está Lilly Lindner, una de las niñas de la familia de los queseros que aparecen hacia el final A Little Love Package, a quienes Solnicki conoció en aquel rodaje en pandemia. Ahora, ya adolescente, se convierte en la hija de Lucius Glanz, jugando al ajedrez, mirando enigmáticamente a cámara, asomando como una revelación.

“Lilly fue esencial para ese mundo de los personajes secundarios, que siempre es clave en mis películas, un universo en el que me suelo apoyar mucho como contrapunto a la línea de los protagonistas, a modo de pequeñas epifanías, situaciones mágicas”, señala. También es protagonista el archivo del pasado de Viena -imágenes de la ciudad en los años 70, retazos de esa vida atesorada-, fragmentos de las otras dos películas de la trilogía de Viena -a modo de cierre circular del viaje-, y videos personales de la familia Solnicki y sus viajes, algo que ya conocíamos desde Papirosen. ¿Cómo se integran esos mundos diversos, el del archivo histórico de la ciudad con los videos caseros registrados en viajes familiares?

“El archivo es el que permite un disparador clave para la película: ¿Por qué es tan importante la preservación de este hotel para Lucius Glantz? Y allí aparece los cambios en la fisonomía de Viena, la gentrificación, temas que antes no eran importantes en Austria . Ahí juegan un rol esas imágenes de la Viena de los 70, imágenes de ese mundo que desaparece cada vez más rápido…”, reflexiona Solnicki. Es algo inherente a la capacidad del cine de atesorar lo pasado, poner un espejo frente a ese mundo del que quedan vestigios tangibles Y el pasado personal de Facundo Ordoñez también es el propio, las motivaciones de ese enigmático comprador son también las del director que viaja a ese lugar de su vida a cerrar un ciclo de su obra y nutrirla de sus propios recuerdos.

“Willem sugirió que yo interpretara al personaje de Facundo Ordoñez, y eso alimentó un interrogante que apareció desde el comienzo del proyecto: ¿era yo quien me acercaba al mundo de Willem en términos de escala de producción y de universo cinematográfico? ¿O era Willem quien se acercaba a mi mundo? En ese momento todavía no vislumbraba la forma de hacer el cine que yo hacía, con pocas personas, pocos recursos, en rodajes acotados, con una estrella como Willem. Pero él quería hacer una película en la que fuera el único actor, en un gesto que suponía ‘llevar la película a casa’, a ese mundo más personal presente en mi obra anterior. Por eso mi presencia delante de cámara cobraba sentido. Además, implicaba una exposición que iba en sintonía con la que asumían los otros intérpretes no profesionales de la película. No quedar yo a salvo, sino también expuesto, ahí, en la imagen”, destaca.

The Souffleur se presenta este 31 de agosto en Venecia junto a otra de las películas argentinas que asoman en la nómina del festival, el documental Nuestra Tierra de Lucrecia Martel. Ambas se estrenan en un momento crítico para el cine argentino, con una producción retraída y en constante controversia. “No es fácil hacer películas”, reflexiona el director. “Mis películas fueron muy atípicas en su forma de producción. Me siento afortunado de poder filmar en este contexto cada vez más complejo, donde incluso es difícil mostrar las películas, ya que los festivales también están en situación de decadencia. Esta película es más grande que las anteriores, aun siendo chica para los estándares tradicionales. Es una coproducción austríaco-argentina: Primo, una productora que antes hacía publicidad y ahora también produce cine, es una de las coproductoras, y además tiene el aporte de los dos fondos oficiales más importantes de Austria, el Instituto de Cine de Austria y el Fondo de Cine de Viena”.

Y Venecia está ahí como estación de arribo, como santuario para la música del compositor György Ligeti, que junto con la de Bach definen el ánimo de la película, para las citas a las películas de Manoel de Oliveira, para la fotografía del genio portugués de Rui Poças, para el espíritu de la tradición oral que encarna la voz cavernosa de Willem Dafoe. Venecia recibe a Gastón Solnicki y cierra el círculo de la trilogía de Viena, aquella de amigos perdidos y encontrados.

“Venecia es, para mí, el festival más querido, sobre todo gracias al trabajo que vienen haciendo Alberto Barbera y su equipo”, concluye. “Es un honor volver por tercera vez con una película. Hay algo que pasó todas las veces que estuve: en algún momento, cuando te preguntan de qué se trata tu película, te dicen en italiano: ‘De qué parla il tuo film?’. Esa pregunta latina, así medio de improviso, en la víspera del parto, siempre me puso la piel de gallina”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/cine/quien-es-el-director-argentino-que-estrena-en-venecia-un-film-con-willem-dafoe-como-protagonista-nid30082025/

Comentarios
Volver arriba