Laura Orcoyen en el Decorativo: cuando el interiorismo es poesía, arte y diseño funcional
Todo blanco. El palacio se ofrece como un territorio donde se articulan diferentes espacios habitables: poéticos, simbólicos, funcionales, reales. Así es la muestra de Laura Orcoyen que se inaug...
Todo blanco. El palacio se ofrece como un territorio donde se articulan diferentes espacios habitables: poéticos, simbólicos, funcionales, reales. Así es la muestra de Laura Orcoyen que se inauguró esta semana y podrá visitarse hasta el 11 de febrero en el Museo de Arte Decorativo.
Se titula El fin es el principio, como manifiesto de la circularidad –tanto física como inmaterial- que proponen las formas en cambio permanente. El diseño se convierte en un puente entre el arte, la filosofía, la espiritualidad y la naturaleza.
Al referirse a la exhibición, Laura Orcoyen puntualiza: “Sugiere interioridad, apela a lo onírico; expresa la correspondencia entre los reinos de la naturaleza, los espacios interiores y los mundos sutiles e invisibles. Así, los lugares de la casa se suceden”.
En cada ambiente recreado en el Palacio Errázuriz, Orcoyen despliega escenarios de lo cotidiano como lugares donde emerge la sorpresa sin sobresaltos, como una calma revelación. La luminosidad y la iluminación cumplen un rol esencial.
Más que una retrospectivaA lo largo de más de 40 años, Orcoyen creó elementos de decoración -de hecho, fue la pionera de las tiendas de Palermo con Laura O, a principios del 2000- y diseñó espacios en los que el componente sensorial y el toque inmaculado del total white se convirtieron en firma personal. Ahora, con la curaduría de Wustavo Quiroga, esta trayectoria encuentra síntesis en una propuesta de exhibición donde el arte pasa a primer plano sin hacer sombra al interiorismo como tal.
Formas depuradas, superficies llanas, pocos elementos y blancura absoluta aparentan una falsa simpleza. Trascender esa primera vista permite adentrar en las diversas capas que componen estos diseños complejos para descubrir los mensajes ocultos, descifrar los símbolos y conectar significados.
Naturaleza, geometría, astrología, alquimia, filosofía y tecnología se entrelazan como en una teoría del todo.
Con estética minimalista, aunque cargada de sentido, Orcoyen no solo decora espacios, sino que crea atmósferas sustentadas sobre interrogantes: cómo se construye una identidad estética, cómo se piensa un espacio desde la intuición, cómo se equilibra diseño y funcionalidad.
Ambiente por ambiente. El livingEs ámbito de reunión con eje en el Sofá O de tres módulos tapizados en terciopelo de algodón y doce almohadones con grabado láser con los signos del zodíaco.
Las abejas esculpidas por Bairon son las guardianas de la escena y sobre la mesa ratona, el polen -.en obra de Batistelli.
. El barEs un lugar de transmutación donde lo físico, lo energético y espiritual se encuentran con símbolos de sal -cuerpo-, mercurio -espíritu- y azufre -alma-.Laura trabajó en hierro y chapa microondulada una constelación de barra, mesa y banquetas.
Se complementan con las obras de Leo Batistelli -esculturas en porcelana que representan instrumentos alquímicos inspirados en diseños de Andreas Libavius y hongos de Elba Bairon.
. El comedor, Creado bajo el concepto plataforma de nutrición, este espacio rodea una mesa circular, de establecimiento de vínculos y de negociación del poder.La rodean siete sillas giratorias que representan a planetas.Tanto la mesa como la Biblioteca O, en hierro y chapa microondulada, están salpicadas por bacterias que son obras de Bairon y rocas de Martina Quesada, realizadas en cerámica, mármol en polvo, cemento blanco y cuarzo.
. El jardínEs un territorio de expansión que reúne los cuatro elementos.
La Escalera hacia la tormenta, de Juan Goyret, el árbol de Bairon y las piedras de Quesada funcionan en armonía con palabras caladas con láser en cada peldaño: calma, silencio, reposo.
. El aposentoPlanteado como espacio de imaginación, una cama circular, con almohadas redondas que representan el ciclo lunar, vela por noches de sueños y pesadillas.
La obra de Laura Orcoyen no sólo dialoga con la de los artistas asociados -las algas de Bairon y las bendiciones de Batistelli- sino, además, con las piezas del museo. “El pensador,de Auguste Rodin, concentra la tensión en la sala: ¿qué piensa, qué siente, qué peso sostiene con su mano? Su figura expande la dimensión contemplativa del recinto”, explican.
. El vestidorPara el escenario de cambio de piel, Orcoyen dispone de un espacio circular en sí mismo que exhibe prendas transparentes diseñadas por Esmeralda Escasany. Muestran más de lo que ocultan.
De las perchas cuelgan vestimentas de arquetipos básicos: el guerrero samurái, el buzo, el apicultor, el agricultor y el brujo.
La muerte, un final y un comienzoCasi como si fuera un espacio más de los de uso cotidiano, la muerte aparece integrada en la muestra, como parte ineludible del ciclo vital.
Como si fuera un templo, la espacialidad, la materialidad y la luz conviven con las múltiples capas de información y sentido de la exposición.
La alfombra diseñada por Paula De Elía se titula Deshielo y sostiene dos rocas de Quesada que son la base del Cajón O -un ataúd, una urna, un ritual diseñado por Orcoyen- sobre el cual flota una figura: yacente, de Elba Bairon.
Además de los elementos dispuestos en el espacio, la idea de movimiento se plasma en la posibilidad de recorrer ambientes a través de realidad aumentada y con ejecución de performances. Bajo la dirección de Flor Sánchez Elía y Fran Stella, en distintos momentos, irrumpen actos con intérpretes encarnan distintas figuras de la Historia del Arte para tejer un recorrido simbólico vivo.
La narrativa inmersiva está construida mediante renders “físicos”, obras de artistas contemporáneos, realidad virtual y aumentada, y video performances que animan las escenas e intensifican el vínculo con lo intangible