Liverpool, el equipo que desata festejos en los minutos finales para ganar todas las citas
Un sello en el comienzo de la temporada. Una marca que acompaña cada presentación del equipo. Un distintivo de una campaña que tiene un inicio ideal, que se traduce en un invicto de cinco partid...
Un sello en el comienzo de la temporada. Una marca que acompaña cada presentación del equipo. Un distintivo de una campaña que tiene un inicio ideal, que se traduce en un invicto de cinco partidos. Una señal de la actitud y la fortaleza de un plantel que se está reorganizando, después de un mercado de pases agitado y de la muerte de Diogo Jota, una pérdida sensible que caló profundo en el espíritu del grupo. Una muestra de carácter y de cómo sobrellevar el mal trago, el dolor y el sufrimiento, porque Liverpool está acostumbrado a convivir con el éxtasis y la gloria, pero también con el drama y la tragedia.
La cabeza del capitán, una figura icónica de una estructura que en las últimas dos décadas es protagonista de la Premier League y que recuperó el brillo en la Champions League, martilló para el triunfo 3-2 sobre Atlético de Madrid en Anfield. El desahogo con la estocada de Virgil van Dijk y el lamento y expulsión del entrenador rival Diego Simeone sintetizó la victoria y la derrota. “Se trata de insistir. No nos gusta tanto esto, nos gusta dominar los partidos, pero es un proceso en el que trabajamos y nos lleva tiempo”, relató el neerlandés, acerca de los vaivenes en cómo se desarrollan los encuentros del equipo.
Como en el estreno en la Premier League, Liverpool sufrió para después gozar. Ante Bournemouth sacó dos goles de ventaja, el rival igualó el marcador y en el minuto 43 del segundo tiempo Federico Chiesa desató el nudo; más tarde, Mohamed Salah, la bandera del gol, sentenció la victoria de penal. El italiano Chiesa, hijo del internacional italiano Enrico –mundialista en Francia 1998- quedó desafectado de la lista para la Champions League, una medida que causó revuelo en el Viejo Continente.
El mismo escenario, el legendario estadio de Anfield, tuvo a los Reds desandando el mismo camino: a los seis minutos, con una carambola que rebotó en Andy Robertson y una maravillosa definición de Salah, tomó dos goles de ventaja. Tuvo oportunidades de sentenciar el marcador mucho antes, pero el poste, malas decisiones y algún pase extra cuando la acción pedía el remate, dieron oxígeno a Atlético de Madrid.
Los españoles no caminan firme en la Liga, ganaron uno de cuatro partidos, pero el orgullo está vivo y no se negocia el esfuerzo. Simeone proyectó cerrar espacios y correr con campo a favor, pero el libreto explotó en seis minutos. Aturdido, se las ingenió para progresar.
Como hace cinco años, en aquella noche mágica, Marcos Llorente tuvo su jornada de inspiración. Jugador polifuncional, acortó distancia entrando por el centro del área y tuvo la ayuda del taco de Alexis Mac Allister –ingresó en el segundo tiempo, porque el DT Arne Slot lo protegió después del golpe que recibió el fin de semana ante Burnley-, que desvió el recorrido de la pelota y dejó fuera de acción al arquero Alisson para el 2-2. Aquella vez, los goles del volante valieron el pasaje para los cuartos de final –Álvaro Morata convirtió el 3-2-; ahora, no alcanzaron para rescatar un punto.
De la felicidad de Simeone por cómo hacer competir a un equipo que en la cotización está varios millones por debajo en la valoración económica, a perder los estribos ante la celebración desmesurada, con gestos obscenos y de desprecio que recibió de un simpatizante de Liverpool. Simeone, que había recibido una tarjeta amarilla por protestar, fue expulsado por reaccionar frente a la agresión.
“Estamos en un lugar en el que no tenemos derecho a reaccionar, no está bien cuando reaccionamos, porque somos protagonistas. Pero de la misma manera que luchamos contra el racismo y los insultos a los jugadores, los banquillos están pegados y no es fácil recibir insultos todo el partido. Vino el tercer gol y además de los insultos hubo un gesto y soy una persona”, fue la defensa que planteó Simeone, que tuvo entre las ausencias a Julián Álvarez y a Thiago Almada. “Jugamos en un campo difícil, ante un rival valiente, con un 0-2 en el arranque. No se preveía algo bueno, pero fuimos capaces de trabajar, de pelearlo y de llevar el partido al límite. Si tenemos que perder, que perdamos así”, un breve análisis de la derrota que ensayó el Cholo.
Mientras el director técnico argentino era acompañado rumbo a los vestuarios, Liverpool encendía el festejo y la fiesta. También sumaba una nueva hoja al libro de partidos con finales sin tregua, que aceleran el pulso y hacen galopar más fuerte al corazón. Con Newcastle el hilo fue el mismo: 2-0; 2-2 y el juvenil Río Ngmuoha, de 17 años, convirtió en el décimo minuto de tiempo agregado; el húngaro Dominik Szoboszlai, con un imperial tiro libre, selló el triunfo 1 a 0 sobre Arsenal, a los 38 minutos del segundo tiempo; el fin de semana, Salah, de penal, en el quinto minuto de adicional, marcó para superar 1 a 0 a Burnley…
El resumen de la victoria de LiverpoolLiverpool hace de Anfield un lugar singular, de múltiples historias con la tradicional tribuna The Kop como eje de las emociones y los recuerdos. La Champions League volvió a agitar esa llama frente a Atlético de Madrid, que se marchó herido, aunque descubrió que con el espíritu y el sacrificio que demanda su entrenador puede disimular la ausencia de una billetera generosa para captar a los jugadores que brillan por su propio peso y precio.