Noise, sonidos del más allá es un claro ejemplo de cómo el terror oriental se convirtió en aquello que tanto abominaba
Noise, sonidos del más allá (Noijeu, Corea del Sur/2024). Dirección: Kim Soo-jin. Guion: Lee Je-hui, Kim Yong‑hwan, Kim Soo‑jin. Fotografía: Hong-Gyu Jeon. Elenco: Lee Sun-bin, Han Su-a, Ki...
Noise, sonidos del más allá (Noijeu, Corea del Sur/2024). Dirección: Kim Soo-jin. Guion: Lee Je-hui, Kim Yong‑hwan, Kim Soo‑jin. Fotografía: Hong-Gyu Jeon. Elenco: Lee Sun-bin, Han Su-a, Kim Min-Seok, Ryu Kyung-soo, Jeon Ik-ryeong, Lee Hyoung-hoon, Baek Joo-hee. Duración: 93 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Terrorífico Films. Nuestra opinión: regular.
Discutir a esta altura los mecanismos que obturaron y obturan el cine de terror oriental es innecesario. Quien esté habituado a este tipo de propuestas aceptará, más o menos, lo que va a ver.
Sin embargo, sí se puede ver cómo con el tiempo el género se ha reconvertido, en lo mismo que hace treinta años abominaba. Toda generalización es equivocada, eso está claro, pero si en la década del 90, el terror de Corea o Japón era un soplo de aire fresco ante los lugares comunes de su versión norteamericana, hoy parece haberse vuelto víctima del mismo desgano que, en su momento, ayudó a paliar. Noise, sonidos del más allá es el mejor ejemplo de lo malo que es intentar seguir exprimiendo ideas y conceptos que, hace rato, han dejado de dar jugo.
Joo-young (Lee Sun-bin) es una joven que padece pérdida de audición, por lo que se ve obligada a usar audífonos para estar conectada con su entorno. Una mañana recibe la noticia de que hace varios días que en el trabajo no saben nada de su hermana menor, Joo-hee (Han Su-a). La chica va hasta el departamento en el que vive Joo-hee (y que en su momento compartieron) y lo encuentra vacío. Decidida a descubrir lo que pasó, se instala en el lugar, y comienza a interactuar con los vecinos, descubriendo que son uno peor que el otro. Hasta acá, todo bien.
Pero es entonces cuando Noise, sonidos del más allá comienza a abrir tantas puertas, que termina recargando en exceso una trama que podría haber continuado de forma tan simple como prometía su planteo inicial.
Con la excusa de la variedad de personajes y temas que le da el escenario elegido, comienzan a aparecer un vecino con pinta de psicópata, otra que conoce más de un secreto acerca de muertes de los moradores del edificio, una tercera decidida a tapar cualquier irregularidad como si nada hubiera sucedido, un sótano sospechoso lleno de basura, la falta de datos sobre la chica desaparecida, y una serie de sueños de la protagonista que dejan la duda sobre qué es fantasía y qué realidad.
Como si esto fuera poco, se suma la discapacidad de la chica para generar algún que otro susto, presencias sobrenaturales, gente que se transforma en algo parecido a un zombie, y los dichosos ruidos que le dan título al film, que aparecen para perturbar todo y a todos, generalmente por la noche. Así, la propuesta termina hundiéndose en la monotonía por culpa del innecesario exceso de peso.
Es como si Noise, sonidos del más allá desarrollara más y más subtramas, porque no creyera en el potencial de su historia principal, y fuera necesaria la suma de recursos para aliviar esa desconfianza. Lo curioso de esto es que, en el último tercio, cuando comienzan a aparecer las explicaciones (por llamarlas de alguna manera), la resolución vuelve a la simpleza del original. Es decir, todo lo de en medio no solo restó y conspiró contra la paciencia del espectador, sino que además, como es imposible de explicar de manera coherente para la lógica de la narración, queda a la deriva. En otras palabras, conforme avanza la película, uno comienza a acumular en su cabeza preguntas que nunca tienen respuestas. Esta indefinición resulta aún más perturbadora que la historia en sí.
La trama detrás de Noise, sonidos del más allá, tampoco ayuda en relación al caudal de sobresaltos. Los hay en cuentagotas, y varios de ellos son atribuibles a fórmulas ya perimidas. Vaya como ejemplo la súbita aparición de una rata entre bolsas de basura, entre otras ideas elementales del estilo.
Si al terror oriental en algún momento se le firmó un cheque en blanco, llegó el momento de rever los términos de ese contrato. Porque, evidentemente, el agotamiento creativo no es patrimonio exclusivo de Occidente.