Tensión: polémica por un cambio en la forma de pago del trigo aplicada por los exportadores
Hay tensión entre productores y exportadores por un cambio unilateral en la modalidad de pago del trigo, que está en plena cosecha. Ante la entrada de mercadería con una calidad calificada de ...
Hay tensión entre productores y exportadores por un cambio unilateral en la modalidad de pago del trigo, que está en plena cosecha. Ante la entrada de mercadería con una calidad calificada de “mala” en los puertos, especialmente desde el norte del país, los exportadores, explicaron fuentes del sector, se reservan el pago de alrededor del 10% del monto de la liquidación para cubrir posibles descuentos por esa calidad.
El problema, dijeron, radica en el nivel de proteína recibida, donde el mínimo exigido es del 11%, pero la calidad presenta valores en el orden del 6%, 7% u 8%. Esta baja calidad, atribuida a la combinación de altos rindes y lluvias que “lavaron” el fertilizante aplicada, generará fuertes castigos al precio que podrían ubicarse entre el 5% y el 7%. En el sector de la producción afirmaron que la retención del 10% rompe la operatoria habitual del mercado, no está prevista en las reglas de comercio de granos y se aplica sobre un precio sensible.
Pablo Ginestet, secretario de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) y director de la Comisión de Granos de Confederaciones Rurales Argentina (CRA), señaló que la situación responde a un cambio en la modalidad de pago de parte de los exportadores: “Generalmente, se liquida el 97% y el saldo final llega a los 30 días. Pero este año, por las lluvias y otros factores, se prevé que la calidad del trigo no sea la habitual, por lo que habrá fuertes descuentos. Esos recortes podrían ubicarse en torno al 5% o 7%”.
Según Ginestet, los exportadores estarían reteniendo alrededor del 10% para ajustar luego según la calidad efectivamente entregada y evitar desfasajes. “La calidad va a estar muy marcada por el nivel de proteína. El mínimo es 11% de proteína y cuando cae por debajo de ese valor empiezan los descuentos, que son progresivos. Esto fue una decisión de varios exportadores que se pusieron de acuerdo en operar de la misma forma”, señaló. En los mensajes que recibieron los productores, hubo algunos que comenzaron con esta dinámica el pasado lunes, mientras que otros lo harán a partir del próximo martes.
Ginestet agregó que esta práctica no es frecuente, aunque no es la primera vez que ocurre. “No fue una medida y tampoco se consultó a los productores”, precisó. Sobre si tienen o no la potestad, dentro de las reglas del comercio de granos esto no está previsto. “No existe un acuerdo vinculante entre las partes”, sostuvo.
Javier Buján, presidente de Kimei Cereales SA, describió un panorama crítico de lo que está entrando desde el norte del país: “Lo que está pasando es que la calidad de lo recibido hasta ahora de Chaco, parte del norte de Santa Fe, Entre Ríos y algo de Tucumán es malísima”.
Aclaró que la baja proteína no saca al trigo de estándar, pero sí genera un problema serio para la exportación. “Los contratos afuera se firman con una base de proteína y los trigos que hay hasta ahora son muy malos. Esa es la razón. Por ahora, lo que están haciendo es cubrirse pagando el 90% para tener un 10% para descontar por calidad. Pero también nos podemos encontrar con que empiecen a fijar mínimos de proteína. Cuando vendés afuera con una proteína mínima asegurada, por más que acá le rebajes a quien entregue menos, afuera no lo quieren. Complicadísimo”, sostuvo.
Buján señaló que habrá que esperar a que avance la cosecha en la zona núcleo para evaluar el resultado final sobre la calidad del trigo que este año promete rindes históricos. “Esto lo conocemos: a grandes volúmenes de producción, tenés bajas calidades. En trigo es prácticamente así. Al trigo se le sumó que, de entrada, no se aplicó urea como correspondía. Y cuando la aplicaron, aún a tiempo, las lluvias lavaron gran parte de esa urea. Hoy hay trigos de excelentes rindes, pero de pésima calidad”, analizó.
Sobre los parámetros comerciales, recordó que “no es que haya valores permitidos; hay una base de 11% de proteína para liquidar calidad y, a partir de ahí, para abajo se castiga”. Y explicó un punto técnico clave: “Los negocios de exportación normalmente requieren proteína entre 10,5 y 11,5. La exportación en la Argentina mide proteína en base húmeda, con 13,5% de humedad, mientras que los contratos internacionales se hacen en base seca. Esa diferencia da un punto y medio más o menos. Para eso deberías tener un trigo de al menos 10% promedio. Y hoy están dando 6, 7 u 8”.
Según alertó, aun con descuentos, el conflicto de fondo sigue intacto: “Si afuera no aceptan trigos que tengan 10,5% de proteína, el problema está ahí. La exportación se encuentra con un obstáculo grande con sus compradores, que exigen una calidad que hoy es muy difícil de cumplir”.
Lorena D’Angelo, analista de mercados de AZ Group, recordó que hubo años en los que directamente se llegó a operar trigo “baja proteína”, una categoría que castiga de manera dura el valor comercial: implica entre US$10 y US$15 menos por tonelada respecto del trigo que cumple con los parámetros estándar de calidad.
En ese contexto, subrayó que hoy la tonelada de trigo en Rosario cotiza a US$182, un precio que vuelve aún más sensible cualquier castigo por calidad y deja al productor expuesto a una pérdida inmediata cuando el grano no alcanza los niveles de proteína exigidos por el mercado. En rigor, esto recorta el precio que finalmente recibe el productor.
Una fuente del mercado afirmó que ante trigos con proteína y pH muy bajos, los compradores no pueden rechazar la descarga, por tanto, se ven obligados a consensuar condiciones para recibir esa mercadería. En ese contexto, el 10% retenido funciona como un margen para ajustar una calidad que, temen, también podría deteriorarse en las zonas centro y sur del núcleo productivo.
En rigor, el 10% se liquida una vez finalizados los análisis de proteína y pH, que pueden demorar hasta 15 días, mientras que los pagos terminan concretándose entre 45 y 60 días después. Recordó que ya hubo antecedentes en los que la exportación cambió condiciones de comercialización, como dejar de bonificar el grado 1 y mantener solo la rebaja por grado 3, y esas decisiones quedaron instaladas de manera permanente. Esto puede generar un desfasaje financiero significativo en el productor.
Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), indicó que “cada empresa establece sus propios criterios de calidad”, y que en general, “el mercado internacional de trigo es muy exigente en calidad y en proteína en particular”.