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Ciencia ficción, el género político

Cada elección en la Argentina es un plebiscito de otra cosa. Se suele perder el foco de lo puntual y enmarañarse en lo secundario. Hace apenas dos domingos, los resultados de los comicios bonaere...

Cada elección en la Argentina es un plebiscito de otra cosa. Se suele perder el foco de lo puntual y enmarañarse en lo secundario. Hace apenas dos domingos, los resultados de los comicios bonaerenses obligaron a libertarios y a kirchneristas a redefinir sus caminos hacia octubre y, por qué no, hacia 2027. Unos pasaron del pronosticado “empate técnico” y de creer que se pintaba de violeta la provincia, a mirar el triunfo de los adversarios desde 13 escalones más abajo en la tabla de preferencia de los ciudadanos. Otros ya tienen ataques de ansiedad y creen que no hay que esperar al turno constitucional, sino que hay que ir invitando al Presidente a desmantelar el amplio canil que montó en la quinta de Olivos para sus animales de compañía; ya no hay tiempo que perder.

No deja de ser irónico que, aunque muchos parecen apurados, lo mejor que saben hacer los partidos políticos argentinos es perder tiempo. Y otro poquito también, optar por abrazarse al pasado en vez de hacer algo concreto para el presente. Eso sí: todos prometen un futuro mejor. Y, lo más increíblemente coincidente, es que cuando están en la oposición tienen todas las soluciones, pero cuando llegan al poder tienen todas las excusas.

Desde el triunfo del kirchnerismo bonaerense, el gobernador Axel Kicillof ha recuperado el habla hasta con el periodismo que nunca le gustó. Ya recorre los medios como si fuera el candidato de 2027, pero con la “modestia” de saber que todavía faltan muchos bebés y adultos mayores por besar y abrazar en actos públicos por el país.

Lo interesante del casi candidato al eventual quinto mandato kirchnerista –recordemos: Néstor (1), Cristina (2), Alberto (1)–, es que le parece “ultra ciencia ficción” pensarse sentado en el sillón de Rivadavia en dos años. No se atreve aún a bosquejar qué haría en ese lugar. Sí, en cambio, está persuadido de que “fue una decisión muy valiente” haber expropiado el 51% de las acciones de YPF a Repsol en 2012, en sus días como secretario de Política Económica y Planificación del Desarrollo.

No le quita el sueño que ese “coraje administrativo” esté por costarle al país más de US$16.000 millones por una sentencia a favor de “fondos buitres” que osaron reclamar unos pesos a los tribunales de Estados Unidos. Y tampoco parece desvelarlo el bajo nivel de seguridad, pobreza e infraestructura de la provincia que gobierna hace 6 años. ¿Mejorar la calidad de vida de “los y las bonaerenses”, como gusta decir, también le resultará de “ultra ciencia ficción”?

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/ciencia-ficcion-el-genero-politico-nid21092025/

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