Encrucijadas del término “política de Estado”
Nacido acaso en los años 30 al calor de la exaltación del Estado como factótum de la sociedad, el término “política de Estado” prosperó de modo proporcionalmente inverso a los continuos f...
Nacido acaso en los años 30 al calor de la exaltación del Estado como factótum de la sociedad, el término “política de Estado” prosperó de modo proporcionalmente inverso a los continuos fracasos de los sucesivos gobiernos en implementar políticas públicas consistentes en el tiempo. De los 90 a hoy, el término se popularizó sin límites ideológicos, de quehaceres ni educativos, en todo el mundo hispanohablante, aunque adoptando varias nociones y, paradójicamente, sin obtener una formulación académica elaborada.
Siguiendo la tutela del reconocido experto en políticas públicas Oscar Oszlak, los aportes canónicos de O’Donnell y la teoría sobre las “historias de conceptos” de Koselleck, y con la experiencia de 40 años como diplomático en el campo de la política nuclear –considerada una de las escasas “políticas de Estado” existentes–, procuré paliar aquel vacío académico mediante una tesis doctoral en la que se sugieren las siguientes contribuciones para tornar este término consuetudinario y las nociones intuitivas que fue adquiriendo, en un concepto dotado de sustancia teórica.
El empeño con que lo usa la sociedad argentina demuestra que el término contiene un reclamo espontáneo y generalizado que no puede ser subestimado pero debe ser explicado; es posible rastrear sus usos fundacionales en ámbitos estatales de los 30 y un reverdecer en los 90. Es notable la capacidad de la política nuclear argentina para atravesar no sólo la litigiosa visibilidad que ha vivido desde los 50 sino, sobre todo, la ardua transición en los 80 entre el Estado autoritario y el democrático; las variables características de una política de Estado se vinculan a 4 capacidades: técnica, institucional, representativa e internacional; y puede definírsela como la capacidad técnico-institucional para articular políticamente interacciones virtuosas, de relativa autonomía, entre los principales actores, demandas e intereses del Estado, del gobierno, de la sociedad y del contexto internacional, en una cuestión relevante de la agenda pública y de forma consistente en el tiempo.
No casualmente persiste el consenso de que la política nuclear argentina constituye un modelo de este concepto, como lo avalan la continuación de la actividad nuclear en el país, de su capacidad nuclear exportadora y de su prestigio internacional personificado en el embajador Rafael Grossi, así como el ambicioso Plan Nuclear anunciado por el presidente de Nucleoeléctrica, el físico nuclear Demián Reidel.
Por otra parte, los profundos cambios de políticas públicas que experimentan la Argentina y EE.UU. introducen paradójicas reflexiones respecto del futuro empleo del término a la luz del diktum de Kant de que “no existen experiencias sin conceptos ni conceptos sin experiencias”. En la Argentina, el empleo del término podría declinar o adquirir otra noción ante la menor intervención estatal que implementa el Gobierno y reclama la mayoría.
Paradójicamente, en EE.UU. podría ocurrir lo inverso, pues el axioma basal del término –no existe en ese país porque allí todas políticas son de Estado y no de gobierno–, se derrumbó ante los revolucionarios cambios de Trump en lo que se consideraban políticas eternas, lo cual podría suponer que el término cobre ahora allí algún sentido. En síntesis, la apasionante novedad consiste en especular que, si se cumpliese el diktum kantiano ante las nuevas experiencias, el vasto uso del término podría alterarse en la Argentina y, contrariamente, sugerir una innovación conceptual en las políticas públicas de EE.UU.
Doctor en Ciencias Políticas
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/encrucijadas-del-termino-politica-de-estado-nid07082025/