Vaca Muerta y el futuro energético argentino
Los hidrocarburos representan en la actualidad el principal aporte a la matriz energética argentina y global, gracias a su alto rendimiento, competitividad y facilidad de transporte, distribución...
Los hidrocarburos representan en la actualidad el principal aporte a la matriz energética argentina y global, gracias a su alto rendimiento, competitividad y facilidad de transporte, distribución y almacenamiento.
La historia energética de la Argentina refleja un esfuerzo constante por garantizar el autoabastecimiento y reducir la dependencia de importaciones. Desde los primeros pozos exploratorios en la Cuenca Neuquina a fines del siglo XIX, pasando por los descubrimientos en Comodoro Rivadavia en 1907 -un hito global al ser el primer hallazgo de petróleo por un Estado con recursos propios-, el país ha buscado desarrollar una industria petrolera sólida, estratégica y alineada con sus necesidades internas y regionales. Estos logros históricos muestran que la energía ha sido siempre un factor crítico para la economía y la independencia energética de nuestro país, así como un motor de innovación tecnológica y formación profesional.
La tecnología del siglo XXI permite hoy explotar de manera intensiva recursos no convencionales y ubica a la Argentina entre los líderes mundiales gracias a Vaca Muerta, la segunda reserva de gas no convencional más grande del mundo. Este yacimiento representa una oportunidad única para dar autonomía a la matriz energética nacional y proyectar al país como un actor relevante en el mercado global de hidrocarburos, contribuyendo al desarrollo económico nacional y a la creación de empleo especializado.
Su explotación, sin embargo, no es sencilla. Requiere de un ecosistema integral que combine tecnología de punta, talento profesional, infraestructura y políticas públicas estables. Allí radica la clave para transformar un recurso geológico extraordinario en un motor sostenido de crecimiento.
Los desafíos técnicos son múltiples: desde el estudio y la comprensión geomecánica de un reservorio con características únicas, el modelado y operación de fluidos críticos y la búsqueda de técnicas más eficientes de recuperación. La experiencia internacional demuestra que el éxito en yacimientos no convencionales depende de la innovación constante, de la inversión en investigación aplicada y de la capacidad de anticipar problemas para minimizar costos y riesgos operativos.
Pero el futuro energético no se define solo en los laboratorios o en los pozos. También se juega en la manera en que la industria asume su responsabilidad frente al ambiente y las comunidades. La transición energética impone metas cada vez más exigentes en términos de reducción de emisiones, eficiencia y diversificación de la matriz. En este sentido, los hidrocarburos de Vaca Muerta no deben pensarse en oposición a las energías renovables, sino como parte de una estrategia amplia, donde gas, petróleo, solar, eólica e hidrógeno verde convivan en un esquema que aporte seguridad de suministro y un menor impacto ambiental.
El contexto internacional ofrece una oportunidad única: Europa busca proveedores confiables de gas; Asia demanda energía para sostener su crecimiento; América Latina avanza en proyectos de integración. Argentina puede y debe posicionarse en este tablero, pero para hacerlo necesita previsibilidad, reglas claras y, sobre todo, profesionales capaces de llevar adelante proyectos complejos bajo estándares de excelencia global.
Allí la academia cumple un rol fundamental. La industria demanda cada vez más perfiles interdisciplinarios: ingenieros en petróleo, sí, pero también químicos, industriales, electrónicos y especialistas en datos que aporten nuevas miradas y puedan trabajar en proyectos multidisciplinarios. La convergencia de saberes es lo que permitirá aumentar la productividad, reducir los riesgos y garantizar que el desarrollo de nuestros recursos se haga con responsabilidad y visión de futuro.
La magnitud de Vaca Muerta es tal que excede cualquier coyuntura. Estamos frente a un activo estratégico que puede cambiar la trayectoria del país en las próximas décadas. Pero ese potencial solo se hará realidad si se aborda con planificación, cooperación público-privada y un compromiso genuino con la innovación y la sostenibilidad.
Formar profesionales preparados para este desafío es tan importante como la infraestructura que se construya o los contratos que se firmen. Porque en última instancia, son las personas -ingenieros, técnicos, investigadores- quienes convierten un recurso natural en desarrollo. Y de su capacidad, conocimiento y responsabilidad dependerá que Vaca Muerta sea recordada no solo como un gran reservorio, sino como la palanca que ayudó a la Argentina a proyectarse hacia un futuro energético más próspero y sostenible.
Director de Departamento de Sistemas Complejos y Energía en ITBA
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/vaca-muerta-y-el-futuro-energetico-argentino-nid18092025/