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Mohammed ben Salman, de paria internacional a la alfombra roja en la Casa Blanca

WASHINGTON.- La última vez que el príncipe heredero Mohammed ben Salman de Arabia Saudita visitó Estados Unidos, hace siete años, tenía la misión de ganarse a los críticos. Se codeó con mul...

WASHINGTON.- La última vez que el príncipe heredero Mohammed ben Salman de Arabia Saudita visitó Estados Unidos, hace siete años, tenía la misión de ganarse a los críticos. Se codeó con multimillonarios, profesores de Harvard y productores de Hollywood, y habló de sus planes para abrir el reino conservador y rico en petróleo.

Pero meses después, agentes sauditas mataron y desmembraron en Estambul al periodista Jamal Khashoggi, columnista del The Washington Post, lo que convirtió al príncipe Mohammed, sobre quien recayeron todas las sospechas como autor intelectual, en un paria internacional.

La reunión entre Trump y el príncipe, conocido como MBS, lo volvió a sentar en la mesa diplomática mundial de la mano del presidente estadounidense. Se trata de una relación basada en intereses estratégicos que han perdurado incluso cuando la polémica en torno al asesinato de Khashoggi, un exmiembro del círculo íntimo del régimen convertido en crítico, se desvanece en la historia.

MBS ahora se presenta como un mediador de paz, restableciendo las relaciones con Irán, impulsando un alto el fuego en Gaza y dando la bienvenida a Siria de nuevo al mundo árabe, un giro sorprendente para un príncipe que en su día fue tachado de imprudente por involucrarse en la guerra de Yemen. Reformista y autócrata a la vez, MBS se ha erigido como el líder más trascendental y audaz de la historia moderna del reino, impulsando su transformación y forjando su futuro.

Revolución social

En el ámbito nacional, en menos de una década, este hombre de 40 años ha desatado una revolución social sin precedentes desde que su abuelo, el rey Abdulaziz, forjó el reino a partir de tribus del desierto y selló su decisiva alianza con Washington.

El príncipe ha desarmado a la antes temible policía religiosa, ha marginado a los clérigos y ha abolido décadas de austeros códigos sociales. Ahora las mujeres conducen, trabajan y se relacionan libremente con los hombres, libertades que antes se castigaban con azotes.

En un reino que antes obligaba a las mujeres a vestir abayas e hiyabs negros, las estrellas del pop y los desfiles de moda ahora iluminan Riad, transformando la imagen de Arabia Saudita de una teocracia hermética a una nación que avanza a pasos agigantados hacia la modernidad.

En escenas inimaginables hace tan solo unos años, Jennifer López y Camila Cabello electrizaron el escenario de Riad recientemente: Lopez con un brillante body y Cabello con un vestido transparente, mientras las modelos de Elie Saab desfilaban ante un público que incluía a íconos de Hollywood como Halle Berry y Monica Bellucci.

Pero la misma mano que abrió las puertas de la sociedad ha afianzado su control sobre el poder. La disidencia fue aplastada, los críticos silenciados y los centros de poder rivales clausurados y desmantelados. El mensaje es inequívoco: la reforma solo avanza en los términos de MBS, y la lealtad al príncipe heredero es su precio.

Siguió pesando además la sombra del asesinato de Khashoggi a manos de agentes sauditas, un crimen que la inteligencia estadounidense vinculó con él.

El regreso de Trump a la Casa Blanca en 2025 reavivó una cordialidad práctica: promesas de inversión saudita por valor de 600.000 millones de dólares, elogios efusivos e interés común en un pacto de defensa.

La visita se produce en un momento en que Arabia Saudita y otros aliados de Estados Unidos en Medio Oriente expresan una creciente incertidumbre sobre la solidez de las garantías de seguridad estadounidenses. En septiembre, Israel intentó asesinar a altos cargos de Hamas en Qatar, lo que sacudió a los países vecinos del Golfo.

“A los sauditas les preocupa la fiabilidad de Estados Unidos”, dijo Gause. “Parte de la forma de evitar que nos vayamos es tener todos estos grandes acuerdos que vamos a ver firmados en Washington en los próximos días”.

“Khashoggi no ha caído del todo en el olvido. Pero ¿debería la relación entre dos Estados importantes basarse únicamente en un incidente, o es necesario tener en cuenta el interés superior de Estados Unidos o Arabia Saudita de cara al futuro?”, dijo Douglas A. Silliman, presidente del Instituto de los Estados Árabes del Golfo en Washington.

En mayo, Trump eligió Arabia Saudita como destino de su primer gran viaje al extranjero de su segundo mandato como presidente. “En los últimos ocho años, Arabia Saudita ha demostrado que los críticos estaban totalmente equivocados”, declaró el mandatario. Y ahora el príncipe hizo una entrada triunfal en Washignton.

“Se trata de un triunfo personal del príncipe heredero”, dijo Gregory Gause, estudioso de Arabia Saudita y profesor emérito de Asuntos Internacionales en la Universidad A&M de Texas. “Hace cinco años, si se hubiera presentado en Washington, nadie habría hablado con él. Vuelve con una enorme delegación como líder regional, como figura mundial”.

Cálculo pragmático

Paul Salem, del Instituto de Medio Oriente, señaló que, a pesar de las crisis pasadas —incluidos los atentados del 11 de septiembre de 2001, en los que 15 secuestradores eran sauditas—, Estados Unidos y Arabia Saudita siguen unidos por el mismo cálculo pragmático que ha definido sus relaciones: intereses compartidos en energía, defensa y, ahora, inteligencia artificial (IA).

“La IA es el petróleo del siglo XXI, y Estados Unidos necesita la energía y el capital del Golfo”, afirmó Salem, añadiendo que la defensa es el pilar de la relación, con Estados Unidos proporcionando garantías de seguridad.

El ascenso de MBS marca un cambio generacional. Desde el principio, planteó su misión en términos contundentes: “El 70% de los sauditas son menores de 30 años. No vamos a desperdiciar los próximos 30 años lidiando con ideas extremistas. Las erradicaremos hoy mismo”, dijo tras convertirse en príncipe heredero, prometiendo restaurar un “islam moderado y equilibrado” abierto al mundo.

El ascenso de MBS comenzó cuando su padre, el rey Salman, ascendió al trono en 2015 y le otorgó importantes carteras, entre ellas la de Defensa. En 2017, destituyó a su primo mayor, Mohammed bin Nayef, como heredero en un golpe palaciego, trastocando una jerarquía histórica regida por la antigüedad. La televisión saudita mostró a MBS besando la mano de Nayef, un gesto coreografiado de unidad que ocultaba una toma de poder.

Su presencia domina la vida pública: sus fotos inundan centros comerciales, vallas publicitarias y medios locales, y cada iniciativa se presenta como una jugada maestra. Sin embargo, sus métodos siguen siendo opacos. La represión ha silenciado el debate sobre la viabilidad de sus ambiciones económicas.

Agencia Reuters y The New York Times

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/estados-unidos/mohammed-ben-salman-de-paria-internacional-a-la-alfombra-roja-en-la-casa-blanca-nid18112025/

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