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Reseña: Hemisferio noche, de Ariel Dilon

A falta de uno de carrera, un cónsul honorario bien puede poner el pecho –quizás incluso con mejores armas, dado su propio carácter ficcional– por esa entelequia que solemos llamar país; pe...

A falta de uno de carrera, un cónsul honorario bien puede poner el pecho –quizás incluso con mejores armas, dado su propio carácter ficcional– por esa entelequia que solemos llamar país; pero el lector tendrá que acordar que cualquiera de ellos precisará, como mínimo, de una patria que lo sustente.

Hemisferio noche, novela por la que circula de modo omnipresente el aliento de Graham Greene (vale la pena recordar además que aquella historia en la que le dio vida a su cónsul transcurría en la Mesopotamia argentina), es algo así como el desembarco formal de la literatura de Ariel Dilon (Buenos Aires, 1964), aunque el enunciado resulte insuficiente o inexacto. Se trata de una voz ampliamente conocida, solo que a través de sus innumerables máscaras, es decir: alguien que le ha dado su mejor expresión como traductor a la prosa de autores tan disímiles –y tan exquisitos– como Stephen Dixon, Victor Segalen o Henri Roorda.

El libro es extraordinario, y quizá por eso su argumento pueda reducirse a unas pocas líneas: efectivamente hay un cónsul honorario –recompensa no demasiado tardía a una suerte de voluntariado–, hijo de una ínfima república centroeuropea que carece por estos pagos de cualquier otro representante e incluso de inmigración; luego de una operación que lo sume en una bruma espesa e interminable, el cónsul, ante la falta de signos vitales de aquella tierra lejana a la que ama y mitifica, comienza a sospechar que algún capricho del destino la ha expulsado del mapa.

A partir de ese núcleo, no un punto de partida sino una materia narrativa que se manifiesta en migajas, la escritura de Dilon tensa al máximo sus cuerdas, representación perfecta del absurdo en el que su protagonista se ve atrapado y, al mismo tiempo, signo obsesivo y abrasivo del funcionamiento laberíntico de una mente.

En esa tensión entre argumento y estilo, Greene le deja paso a otra clase de resonancias, entre las que habría que citar cierta transversalidad surrealista que amplía el universo poético y asimismo material del texto. Pero la comedia devastadora que es Hemisferio noche encuentra –o construye- su antecedente inmediato y brillante en la obra de Marcelo Cohen, fondo y forma de un sistema completo y autosuficiente del que Dilon parece alimentarse, pero al que sin embargo le inscribe sus propias leyes.De un cargo nominal, a un país amenazado por la misma suerte. Aunque Dilon parezca enfocarse en la ciclotímica Europa, no convendría pasar por alto esa pincelada introductoria que nos advierte con falsa e intertextual candidez: “La acción, en Argentina, es decir en ninguna parte”. Permanecer o caerse del mapa, Argentina o ninguna parte: quizá sea esa, en el fondo, la única e indisimulable cuestión.

Hemisferio noche

Por Ariel Dilon

Paradiso

405 páginas

$ 38.000

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/ideas/resena-hemisferio-noche-de-ariel-dilon-nid15112025/

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